Nadie te cree, nadie te quiere, sólo Lastra te votará

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Atentos a las próximas encuestas con las que se va a cerrar el verano. Si nuestras informaciones son buenas (que lo siento, lo son) se está terminando de cocinar un sondeo, de los clásicamente prestigiosos, que deja a Sánchez y a toda su cuadrilla del PSOE por debajo del 24 por ciento en intención de voto. Fíjense que las publicadas el pasado lunes le situaban en un 25,3, es decir casi un punto por encima de lo que puede prever esta muestra que anticipamos. Este resultado porcentual, una auténtica catástrofe para el aún presidente, le depararía 96 o 97 escaños, es decir, que Sánchez perdería más de veinte de parlamentarios. Naturalmente,  lo que se anticipa es sólo un pronóstico al que los entendidos complementan con una apreciación sociológica y desde luego política. Es ésta: “Por más que se  haya lanzado a una suerte de propaganda desbocada utilizando a civiles y militares en su propio beneficio, la constancia es que nada de eso le está aprovechando, que no le rentan electoralmente ni los pucheritos que hace ante los refugiados, ni las promesas de que “no vamos a dejar a nadie atrás”.

Si el drama no fuera tan trágico se podría frivolizar apostillando que, efectivamente, puede ser -lo cual es de por sí muy complicado- que lleguen a España un par de miles de afganos y asociados más, pero todos se encontrarán, como los restos de los habitantes de este país, con un problema nuclear: no van a poder pagar la luz. Los encendidos están tan  disparados que, salvando las distancias, sucede con su precio igual que ocurría en los peores tiempos de la pandemia: hoy el recibo más caro que ayer, pero menos que mañana. Esta es una constancia que nadie se atreve a desmentir, ni siquiera la hizo esa inane ministra de la Transición Ecológica y de otras hierbas, que el lunes en el Parlamento, no hizo otra cosa que desviar el kilovatio a Europa y electrocutar con él al PP de Aznar y Rajoy, de los que ya nadie se acuerda.

Los sondeos, en opinión de los expertos, le van a dar muchos disgustos reales al todavía presidente. Sólo los remediará con nuevas trampas que con tanto infantilismo como desfachatez, difundirá, más pronto que tarde, el pobre Tezanos. Al embustero del CIS sus coterráneos cántabros, que tampoco son Lope construyendo pareados, retratan de esta jocosa manera: “Tezanos, Tezanos, ya no te cree ni Revilla, tu paisano”. Y en verdad, al jefe del Centro de Investigaciones Socialistas, antes Sociológicas, la gente -el cronista lo ha podido comprobar en Santander- le toma por el pito de un sereno. Un andariego le gritó: “Tezanos dime otra mentira y te pagas un vermú”.

Es paradigma de la confianza que transmiten los gestores de este régimen disolutorio que ha inventado el todavía presidente con el único objeto de permanecer en la cómoda poltrona de La Moncloa, o en el bañadero exclusivo de La Mareta. Lo peor que le puede ocurrir a un político, más aún si es alto cargo, es que, como al Piyayo de José Carlos de Luna: “A chufla me toma la gente”. Por más que se haya apropiado de los héroes castrenses que han podido morir en Afganistán, o de los voluntarios que han apagado el pavoroso incendio de Ávila, el personal -ahí están los sondeos- no le ha reconocido la menor virtud. Y encima es que a Sánchez, el todavía presidente, le ha abandonado el desodorante de la suerte: el mismo día en que había preparado una soflama, soldado incluidos, para presumir de la fuga ante los talibanes, un par de bombas asesinaron a un centenar largo de personas en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul. ¡Hace falta ser un siniestro desahogado para presentarse como el autor del desalojo colectivo a la misma hora en que los talibanes mataban a mujeres, niños, ancianos y todo lo que se removiera por los alrededores! ¡Hace falta tener mal gusto!

España entera ha contemplado estupefacta cómo, a mayor abundamiento, la ágrafa ministra de no se sabe qué, Irene Montero, ha sentenciado que, en todo caso, las mujeres afganas que se han quedado secuestradas por los infames teócratas están, más o menos en la misma situación, que sus homólogas de España. ¿Será definitivamente un bodoque esta sectaria de alcantarilla? ¿O será que se cree la presidenta de la asociación española de mujeres asesinadas por el Ejército español? Ahora esta individua (no es un insulto, hay que feminizar, exigen ellas, el sustantivo) se dispone, desde las atalayas que “okupan” los admiradores del genocida Stalin, a intentar nacionalizar la luz, a promover la secesión de Cataluña, a aprobar unos Presupuestos incompatibles con la realidad económica de España, a fijar unos alquileres que convierten a los propietarios casi en auténticos delincuentes, a implantar un Salario Mínimo Interprofesional que pocos empresarios podrán pagar, y a toda suerte de fechorías que terminará haciendo suyas, sin mover el bigote, el todavía presidente. Un Pedro Sánchez Castejón al que nadie cree porque a todos ha mentido, al que nadie quiere porque es un sátrapa indeseable y al que sólo terminará votando la insigne Lastra, porque los auténticos socialistas de toda la vida le desprecian; le hacen responsable de la próxima disolución de su secular partido.

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