El mundo libre contra la dictadura de Maduro
Europa y España actúan con buen criterio —el único posible, por otra parte, a tenor del contexto— al no reconocer los resultados de las elecciones a la Asamblea Constituyente en Venezuela. Antonio Tajani ha alzado la voz para denunciar una situación insostenible: «La comunidad internacional no puede seguir callada frente a tantos muertos». Sólo en las últimas 48 horas, ha habido una decena de víctimas mortales. El presidente del Parlamento Europeo ha insistido con acierto en que los ciudadanos caribeños «quieren cambiar de régimen». Una proclama a la que también se ha unido el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, al asegurar que la votación de este pasado fin de semana «no representa la voluntad mayoritaria de los venezolanos». Una voluntad política que está siendo machacada hasta la persecución por el dictador Nicolás Maduro. Cuanto más se acerca su fin, más aprieta el puño militar y represivo contra sus conciudadanos. Por todo ello, vender los últimos comicios como un acto de «paz y democracia» es una abyecta tomadura de pelo.
Los mandatarios internacionales han de cortarle el grifo económico, institucional y diplomático al sátrapa de Venezuela. De otra manera, el país seguirá siendo una constante de hambre, muerte y miseria. Tras el caos de la Constituyente, Maduro pretende ahora eliminar la inmunidad a los diputados de la oposición. Justo lo que hace un régimen totalitario: cercenar hasta la asfixia la libertad democrática y de expresión, silenciar a los que protestan. Venezuela es hoy un país arrasado por un torbellino de violencia. El presidente y su guardia pretoriana tratan de agarrarse a la silla de poder a pesar del descontento generalizado. En los últimos meses han muerto más de 120 personas, de ahí que la respuesta internacional deba ser firme. Estados Unidos, tan equivocado en otras cuestiones bajo el mandato de Donald Trump, acierta de pleno al imponer sanciones económicas contra la dictadura chavista. Ese es el camino para adelantar el principio del fin de Maduro. Un final que quieren todos… menos Podemos. Juan Carlos Monedero ha vuelto a sacar la cara por su amo y financiador para acusar a la oposición de comportarse como «Pinochet». No hace falta comentar nada más cuando alguien posee tanta habilidad para hacer el ridículo con sus propias palabras. Sólo un deseo: libertad para Venezuela.