La libertad avanza en Argentina
Lo bueno de vivir sometidos a la incesante propaganda progre disfrazada de información “seria”, exenta de cualquier acoso de verificadores oficiales, es que la vida se convierte en una continua sorpresa.
Ya sabrán que Milei ha arrasado, pero nadie que escuchara el discurso oficial podría suponerlo: el líder de La Libertad Avanza había hundido al país, malvendiéndolo al imperialismo yanqui, y las legislativas le iban a dar el castigo merecido: podía darse con un canto en los dientes si conseguía poco más del 30% del voto. Oh, vaya.
El diario El País sangraba entre líneas al informar de una victoria para la que no veía sentido alguno: “Luego de cuatro meses de espanto para la Casa Rosada, con la economía dependiente de un rescate financiero de Donald Trump y hasta candidatos fuera de juego por vínculos con el narcotráfico, el Gobierno temía quedar más cerca del 30% que del 40%”. Los argentinos tienen que ser masoquistas, no queda otra.
Porque los argentinos, que no deben de leer El País tanto como deberían, han hecho de LLA el partido más votado, con un 41% (Cámara de Diputados) y 42% (Senado) del voto. Es decir, el partido de reciente creación ha logrado hacerse con más de la mitad de los escaños en juego en las Cámaras Alta y Baja, al obtener trece de los 24 escaños a elegir en el Senado y 64 de los 127 correspondientes a la Cámara de Diputados.
Ahora, usted puede pensar, faltaría más, que Milei es un friki y que la noticia no da para tanto. Se equivoca: da para más. Porque aquí lo gordo no es quién ha ganado -Milei-, sino qué ha perdido: el peronismo. Ese debería ser el titular: Argentina ha roto, al fin, con el peronismo, el régimen clientelar que englobaba a izquierda, centro y derecha durante décadas.
Lo dijo Milei en su discurso triunfal tras conocerse el resultado, exagerando solo ligeramente: “El pueblo argentino decidió dejar atrás cien años de decadencia”. Esa es la gran victoria, la victoria imposible.
La hazaña es inconmensurable para quien no conozca lo que ha llegado a ser Argentina, y se parece más a la transición del Bloque Soviético a la democracia de libre mercado que a la simple victoria de un partido.
La Libertad Avanza, de hecho, tiene mucho de “collage” amañado a la desesperada con el objetivo principal de desmantelar la mafia peronista que lleva exprimiendo, corrompiendo y empobreciendo a Argentina durante décadas, y la tendencia entre su ala libertaria y su facción más nacionalista ha sido muy evidente.
Pero si la tarea es titánica, se hacía mucho más difícil con un legislativo capaz de bloquear todas las medidas de calado que planteara el gobierno, absolutamente necesarias para darle la vuelta al régimen. Y ahora, aun sin mayoría absoluta, Milei puede confiar en poner fin a la pesadilla estatalista que ha lastrado Argentina durante generaciones.
Javier Milei irrumpió en la vida política argentina con un programa de máximos que ilusionó a buena parte de la población argentina a punto de tirar la toalla. A sus enemigos, tanto internos como externos, les encanta señalar que algunas de sus promesas más revolucionarias no se han cumplido. Pero eso es no entender nada. Lo que ha conseguido es infinitamente más de lo que se ha dejado en el tintero.
Ha acabado con una maldición de décadas que, es esperable, no volverá. Y lo ha hecho en un entorno hispanoamericano dominado por el Grupo de Puebla, a contrapelo, contra viento y marea, pero adelantándose a lo nuevos tiempos que ya empiezan a soplar en el continente y que huelen a libertad.
Como ironía, podríamos terminar con una frase lapidaria del propio Juan Domingo Perón, para que rabien los enemigos de la libertad: “El pueblo nunca se equivoca”. Bueno, al menos no esta vez.
Temas:
- Javier Milei