La inversión privada y la actividad manufacturera se resienten
Se ha ido marzo y llega abril. Cambio de hora. Momento de repasar el comportamiento de nuestra economía en este primer trimestre de 2019. Soplan vientos en contra por Europa, pero España sigue moviéndose con algo de dinamismo, como si por el momento estuviera al socaire de las brumas europeas. No obstante, las perturbaciones exteriores restan energía a nuestras exportaciones que durante los últimos años se han convertido en un potente propulsor de nuestra economía.
La crisis de 2008 le sentó muy bien a nuestro sector industrial. Dio no uno, sino varios pasos adelante. La caída de la demanda que por aquel entonces sufrió España, puso en marcha un acusado brío exportador. Europa se convirtió en el foco principal como destino de nuestras exportaciones, pero se exploró el mundo y con cautela, cartera en ristre repleta de catálogos, folletos y pen drive, nuestros empresarios, con la maleta a cuestas, empezaron a volar por el ancho mundo.
Unos descubrieron América. Los más avispados, la del Norte, con los Estados Unidos como meta, entrando allí por donde todo es más fácil. Estados Unidos es como una puerta abierta no solo a la grandeza americana sino como ventana universal. Eso sí, hay que introducirse allá por donde mejor encaja nuestra idiosincrasia. Y ese lugar es Florida, repleta de hombres de negocios de origen hispano. Máximas facilidades por parte de la Administración norteamericana al empresario que quiere plantarse en Estados Unidos y echar raíces en su territorio, brindándole apoyo en todo y por todo, asistiéndole y despreocupándole de trámites engorrosos y papeleos para que se pueda concentrar en su trabajo. Igual que en España. Sin amenazas fiscales por Estados Unidos, sin acosos laborales, sin burocracias estranguladoras, incentivando la inversión y casi casi con el Gobierno federal y estatal haciendo la ola y homenajeando al empresario que levanta nuevos proyectos en suelo norteamericano, con una regulación laboral adaptable y contando con la colaboración y el empuje de los trabajadores. Libertad económica, comodidad para hacer negocios, arropando a las empresas, mimando a los empresarios. Aquello es América, la América de Donald Trump. Y esto de aquí es España, la decadente que se hunde lastrada por la inoperancia política que solo tiene un claro propósito: maltratar al empresario.
Otros empresarios miraron hacia el otro lado del mundo y pusieron su vista en Asia. Descubrieron que la mejor alternativa para viajar hacia allí era a través de Emirates, las líneas aéreas que no saben cómo se escribe el término low cost. Descubrieron sus cómodos aviones y sus excelentes rutas. Dubai puede ser el punto final a un recorrido aéreo o tal vez la escala para desde allí volar hacia China y al mundo asiático. Poco a poco han ido descubriendo nuevos parajes e interesantes mercados. El comercio exterior español se ha abierto hacia confines lejanos. Y nuestros empresarios, que en los años de la crisis decidieron dar el paso adelante, buscando nuevos horizontes, hoy se sienten satisfechos de las decisiones tomadas. Algunos de ellos concentran en el exterior la mayor parte de su cifra de negocios. Otros han ido montando fábricas en esos lugares. Se sienten ciudadanos de aquí y de allá. Y contemplan la perspectiva económica desde una óptica global que les permite diversificar e intuir por dónde vienen los riesgos y cuándo surgen las amenazas.
Con todo, decíamos, el primer trimestre de 2019 acaba con nuestro sector exterior, fundamentalmente por culpa de la atonía europea, en horas bajas. La industria es sensible y, en concreto, el sector de la automoción, pilar fundamental de nuestra economía.
Sin embargo, el empuje de la demanda interna en España compensa la mengua del sector exterior. Juega a favor el consumo privado. Se nota el efecto favorable de la creación de empleo de estos últimos años o, mejor dicho, la recuperación de empleo si bien la calidad salarial, como sabemos, no es la más adecuada como consecuencia del cambio de panorama en la economía y, sobre todo, en nuestro modelo productivo que es de ir tirando y bajo valor añadido.
La mejora del poder de compra de las familias gracias a la disminución de la inflación – el precio del petróleo es primordial en este sentido – y el impulso presupuestario de las rentas de los hogares, suman a favor. Cuando decimos impulso presupuestario entendemos con ello mejoras en las pensiones y prestaciones, reajustes en salarios públicos y demás medidas que en los últimos meses se han adoptado desde el flanco político, las que propician ese aceptable comportamiento del consumo privado que habrá que ver si en lo sucesivo puede proseguir. El punto negativo viene dado por la tasa de ahorro, que desciende. Ya se sabe: si renta es igual a consumo más ahorro, cuando la renta es justita y le das al gasto, pues menos tasa de ahorro que, en broma en broma, está en mínimos históricos.
Y pese a ello, la inversión privada, sensible al panorama sombrío del contexto exterior, se resiente mientras la actividad manufacturera se erosiona. ¡Así se despide el primer trimestre de 2019!