De la ilusión al vacío
Sócrates de Atenas fue el maestro de Platón, quien a su vez acogió a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres sabios los artífices de la filosofía de la Antigua Grecia que – ya en el siglo V a.c., el glorioso siglo de Pericles – consolidaría la noción de la Democracia radical. El inconformismo de Sócrates se opuso a la ignorancia del pueblo y a la muy deficiente preparación de sus políticos —quizá también sea esta otra excelente razón que condujera a OKDIARIO a subtitularse “el sitio de los inconformistas”—. Visto lo que pensaba aquel clásico, la ilusión en las elecciones se nos ha desprendido y ha usurpado su lugar el vacío que se nos agarra igual que la hiedra a una pared vieja.
Para la gente que deposita su fe en el futuro o para la que se abstiene de hacerlo, por estar harta de aguantar a la mayoría de ineptos que se las dan de políticos y que juran sacarnos de ese pozo de infortunio al que nos han arrojado sus abusos, las elecciones se han convertido en la más agotadora versión del juego de la oca y voto porque me toca. Nos atraen con intermitentes mentiras y todo acabará como empezó, sin aplicar un ápice de la sabiduría ateniense. Así no hay hispano, ni griego, que nos saque del intrincado túnel en el que nos han metido.
De las excentricidades y glorias que amamos en esta Nación que corre el riesgo de ser destruida por la mafia masona, la oligofrenia marxista y el secesionismo insurrecto, hemos de buscar nuestra tabla de salvación en el individuo, justo lo contrario que urden los recién enumerados, que incitan a la masa para controlar las voluntades. Si buscamos un país libre habremos de enaltecer la acción individual y repudiar el populismo, la tétrica sala de partos de tantos dictadores. Por no citar ese último aborto independentista. Empezar hablando del excelso Sócrates para acabar haciéndolo del títere Puigdemont es algo que, literariamente, me preocupa.