El golpismo catalán a la conquista de Valencia

El golpismo catalán a la conquista de Valencia

El golpismo catalán trata de extenderse como una pandemia a pesar de su rotundo fracaso tras la declaración de independencia más corta de la historia. Con Carles Puigdemont huido en Bélgica y gran parte de los secesionistas asumiendo que no hay una «mayoría independentista» en la región, persisten en su locura y ahora tratan de extender a Valencia lo que denominan como los Països Catalans. Un viejo sueño del nacionalismo más rancio que procede del siglo XIX y que en el mundo global y comunitario en el que nos encontramos, además de anacrónico, resulta tan ridículo como inviable. No obstante, lo que no es anacrónico, sino muy peligroso, es que la forma de llegar a la Comunidad Valenciana haya sido a través de la creación de una radio y una televisión públicas.

En primer lugar, por la negligencia económica que supone. Esta comunidad es la segunda más endeudada (45.000 millones) de España –curiosamente después de Cataluña— y necesita cualquier cosa menos que los impuestos de sus ciudadanos vayan a la creación de un medio destinado a la mera propaganda. Y es justamente ahí donde radica el segundo peligro: la programación de la radio ha arrancado con 10 canciones separatistas en bucle. De nuevo los medios de comunicación públicos, como ocurre con TV3, —donde incluso llegaron a quemar una Constitución en directo— al servicio del adoctrinamiento. En el repertorio había temas con frases como: «Que no será por ganas de poneros bombas». Y es que A Punt —como se denomina esta corporación audiovisual— es una plataforma para que los independentistas catalanes traten de sembrar el odio a España en Valencia.

Una nueva concesión pública a los golpista que, para mayor gravedad, viene patrocinada por el presidente socialista Ximo Puig y por su socia y vicepresidenta, la política de Compromís Mónica Oltra. De Oltra poco se puede esperar, ya que encabeza una formación pseudopodemita que se autodefine como «soberanista de izquierda». No obstante, el presidente Puig debería dejar los juegos de manos políticos con los más radicales para atenerse a la línea nacional de su partido, compartida incluso, en estos momentos tan delicados, por la inmensa mayoría del PSC: apoyar sin ambages la legalidad vigente y la unidad constitucional. Es muy irresponsable en lo ideológico, y tremendamente nocivo en lo económico, que una comunidad autónoma con el dinero bajo mínimos obligue a sus ciudadanos a sostener una televisión y una radio que sólo sirve para ser un altavoz de los que quieren romper España. Los valencianos no pueden permanecer callados ante este dispendio que lleva adherido un burdo intento de manipulación y propaganda.

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