El Gobierno no puede interferir en el INE
La estadística es una ciencia esencial para poder tomar decisiones en el día a día y ver los efectos que éstas producen, sus posibles desviaciones y correcciones a realizar. Especialmente importante son todas las estadísticas oficiales que miden la actividad económica y el mercado de trabajo.
Por eso, es vital que los organismos estadísticos sean completamente pulcros e independientes en su labor, de manera que no se produzcan filtraciones, en primer lugar, y, en segundo lugar, que los datos obedezcan al máximo rigor técnico. Es decir, puede haber equivocaciones, pero no manipulación si lo que se quiere es contar con una estadística fiable y comparable en el contexto nacional e internacional.
Las revisiones de algunos de sus indicadores son normales y habituales, conforme se va contando con una información más fina que permite ajustar dichos indicadores, para que estos últimos den la imagen más real de la evolución de la magnitud medida. De esta manera, en la contabilidad nacional la revisión es un hecho normal que sucede durante un período de alrededor de entre tres y cuatro años, que comienza con el avance del PIB en contabilidad nacional trimestral, continúa con los principales resultados, le sigue la publicación de los principales agregados de la contabilidad nacional, y así sucesivamente hasta que el dato se asienta y se pueden construir de manera perfecta el marco input-output del ejercicio en cuestión, al cabo, como decimos, de alrededor de entre tres y cuatro años.
Por tanto, nada que objetar a que se produzcan revisiones al respecto, que es normal. Ahora bien, esas revisiones buscan mejorar el dato conforme se cuenta con un mayor número de indicadores para poder ajustarlo, pero la revisión es una mejora del dato, hacia arriba o hacia abajo, en términos de exactitud, pero sobre la base de un dato inicial calculado también de manera muy escrupulosa y técnica y que, por tanto, estará siempre bastante cerca del dato definitivo.
Sin embargo, Nadia Calviño, en sus memorias “Dos mil días en el Gobierno” , ha desvelado que ayudó al INE a estimar bien, a cambiar su metodología, porque el instituto estaba cometiendo graves errores, que distorsionaban la imagen real, según ella, de la marcha de la economía española. La realidad es que ella siempre defendió una recuperación de la economía española en forma de V y estaba siendo en forma de L, que hacía que la economía española siguiese todavía por debajo de los niveles de crecimiento previos al coronavirus.
El INE debe mantener su sagrada y esencial independencia y el Gobierno no puede tener la tentación de tratar de convertirlo en «su» CIS estadístico, como parece que empezó a hacer con la intervención confesada por Calviño. El INE cuenta con directivos y profesionales magníficos, que tratan de velar por el mantenimiento de esa independencia, pero la intromisión desvelada por Calviño la pone en duda y deja en cuarentena cualquier cifra que publique el INE.
Confiemos en que la independencia estadística de estos casi dos siglos se mantenga y que cualquier cambio que se produzca de ahora en adelante se explique detalladamente, con toda base técnica y que permita la comparación homogénea de las series, que el Gobierno deje de tratar de controlar el INE y que Eurostat pueda indicar el camino a seguir para restablecer el buen nombre que el Gobierno ha puesto en entredicho, tras la confesión de Calviño.