El fiscal general al banquillo y Pedro Sánchez soñando en Lanzarote

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Si la Fiscalía General depende del Gobierno, como se encargó de subrayar en su día Pedro Sánchez en aquella frase que pasará a los anales de la historia, la confirmación por parte del Tribunal Supremo del procesamiento de Álvaro García Ortiz por un delito de revelación de secretos en el caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso supone un revés de consideraciones descomunales al jefe del Ejecutivo. Y es que García Ortiz es el instrumento con el que Pedro Sánchez pretendió liquidar políticamente a la presidenta madrileña.

No hay precedente en ninguna democracia de que el máximo responsable del Ministerio Público, encargado de velar por el principio de legalidad, tenga que sentarse en el banquillo de los acusados por saltarse, presuntamente, la ley. O sea, por delinquir. A estas alturas ya no sorprende que el Gobierno siga expresando su confianza en García Ortiz, porque lo sorprendente, en todo caso, sería que este Gobierno entendiera que la continuidad en el cargo del fiscal general mancilla y llena de oprobio a la institución que representa.

El procesamiento de su titular no sólo tritura la imagen del Ministerio Público, sino que confirma que el fiscal general del Estado ha sido el títere cuyos hilos ha movido a voluntad el presidente del Gobierno, esparciendo sobre esta institución esencial en un Estado Derecho una sombra permanente de sospecha. García Ortiz pudo elegir entre cumplir la ley o someterse a Pedro Sánchez y eligió esto último, lo que lleva aparejado un estigma de oprobio.

Pero eso no es lo peor, sino que su comportamiento presuntamente delictivo ha generado una desconfianza creciente en un organismo nuclear. Que Sánchez siga confiando en García Ortiz es absolutamente normal si tenemos en cuenta que lo más inconveniente para el presidente en estos momentos sería que el fiscal general obrara con criterios de legalidad e independencia. Si así fuera, Pedro Sánchez -que en breve se irá de vacaciones a Lanzarote- estaría definitivamente perdido. La corrupción que rodea a su partido y su familia necesita de personajes como García Ortiz. Dure en el cargo lo que dure.

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