Las fantasías de ayer y de hoy de Puigdemont

Puigdemont
  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

No sé cómo ha podido y sigue pudiendo la derecha nacionalista votar a Junts, con Puigdemont o sin él. Vale, me dirán que por ser más independentistas que de derechas. Por esa necesidad de que les reconozcan como de la tribu. Pero deben de estar rezando por encontrar una excusa para un borrón y cuenta nueva. Cualquier cosa que les permita salir del bucle sin asumir, claro, ninguna responsabilidad. Como una especie de amnistía global, incluso de la memoria, que convierta en menos vergonzoso el pasado y ese presente que no termina.

Ya van haciendo sus pequeños pactos con el PP. Por ejemplo: se han aliado este martes en el Senado para aprobar dos enmiendas fiscales, lo que ha causado derrotas al Gobierno. Hablamos de la que se refiere a la rebaja del IVA al 4% de los productos derivados de la leche. Y también la que incluía bonificaciones en la cuota empresarial a entrenadores o monitores de clubes deportivos. Y ya les digo que gran parte del votante del partido de Puigdemont daría un brazo por seguir por ahí, por una senda que trajera, por fin, una fiscalidad y una seguridad jurídico/financiera que permitiera sacar a Cataluña de la pesadilla impositiva y reputacional con la que se han lastrado ellos mismos.

Pero el pasado reciente sigue vomitando sapos. Arte, el canal de televisión público franco-alemán, emitió a inicios de diciembre el documental Europa, ¿en manos de Putin?, donde se sacan los trapitos del papel del Kremlin en el proceso independentista para desestabilizar en realidad a la Unión Europea. ¿De verdad alguien estuvo alguna vez orgulloso de todo esto? Como ha contado la excelente Laura Fábregas, los independentistas que jugaron a una película de espías eran meros peones en «un plan maquiavélico» y una «infiltración a largo plazo» para «poner Europa en su mano». Víctor Terradellas, el hombre de Puigdemont para todo, declaró que Rusia les ofreció 10.000 soldados y ayuda económica una vez proclamasen la independencia el 27 de octubre de 2017. Puede haber mucho de fantasía, pero esas pruebas fueron halladas en su móvil en plena investigación judicial. Si no sucedió no fue porque ellos no lo dieran todo. El documental, con más de 160.000 visualizaciones en YouTube desde que se publicó en esta plataforma, menciona la visita en la Casa dels Canonges del emisario ruso Nikolai Sadovnikov el día antes de la proclamación de independencia del 27 de octubre de 2017. Y aún tras el fracaso del procés y de la declaración unilateral de independencia, José Luís Alay, director de la oficina del fugado, realizó tres viajes a Moscú para verse con miembros de la Federación rusa.

¡Menuda historia de serie B! Alexander Dmitrenko, el pequeño Nicolás del Kremlin, supuesto cerebro de la trama rusa del procés, ahora vive en Andorra. Recordarán que este empresario hispanorruso fue investigado por el juez Joaquín Aguirre, titular de la sala de Instrucción número 1 de Barcelona. Pues, ayer, día 17 de diciembre, la Audiencia Provincial de Barcelona dio carpetazo a la causa tras una instrucción interminable. Al parecer, la trama rusa no existió, y si la hubo no fue delictiva. Juegos y «ensoñaciones», ya saben. Cuando el dinero no es suyo, esa gente juega. Sobre todo cuando se aburren en Bélgica. Puigdemont encargó hace más de siete años a un grupo de ingenieros e informáticos que prepararan un sistema que permitiera hacer referéndums online. Para repetir, sin duda, aquel tumultuosamente presencial del 1 de octubre de 2017. Pero ha sido un fracaso. Se han organizado algunos experimentos de votaciones digitales con censos limitados como en algún ayuntamiento. Pero un referéndum así, a nivel de toda Cataluña, como el que les pidió Puigdemont, todavía está muy verde.

Pero, señores, que vayan haciendo. El día que madure ese sistema informático nada impedirá, supongo, que lo utilicen también las avispadas fuerzas de Tabarnia. En la guerra de armamentos siempre hay dos bandos. Lo importante es que la derecha nacionalista sigue perdiendo el tiempo.

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