¿Desinformación?: Esto es fascismo liberticida

¿Desinformación?: Esto es fascismo liberticida

Fascismo que intenta barrenar nuestras libertades. Es el gran proyecto de este dúo totalitario Sánchez-Iglesias. A su lado, Gabriel Arias-Salgado podría ser un liberal furioso. Claro que este nombre y estos apellidos sonarán en el mejor de los casos a antigualla franquista. Eso en el mejor de los casos, en el peor ni siquiera se sabrá de lo que hablo. Pues bien: Gabriel Arias-Salgado fue muchos años ministro de Información de aquel régimen totalitario, era, por decirlo pronto, el vigilante de las esencias de aquel Estado. Se constituía en el hombre encargado por aquel general -al que sólo Dios y la Historia podrían juzgar- de examinar todos nuestros movimientos, de impedir que la maldita prensa se saliera de madre con publicaciones que enmerdaran el buen orden moral de las cosas. Arias era el gran censor de aquella España más bien sórdida que obedecía a toque de corneta, y que soportaba sin resistencia alguna las órdenes que se le impartía, porque si no, ¡ojo! la gente corría peligro de un cruel confinamiento (que palabra más actual) social y político. Arias-Salgado aplicaba leyes nada refinadas de información y lo hacía, según afirmación piadosa y personal, “por nuestro bien”. Lo normal en él; Arias no era un demócrata. Los de ahora se presentan como tales.

Pues bien: a aquel jefe universal de censores, propalador del palo contra los insurrectos, nunca se le hubiera ocurrido cosa como ésta: introducirse en los medios de comunicación, entonces casi todos periódicos, y examinar y vigilar su conducta interna, otear si allí dentro se cumplían a rajatabla los principios del Movimiento. Ni siquiera se veía obligado a realizar tan mísera labor, porque los medios, de antemano, se ajustaban a los dictados del régimen. Y aquí viene la disonancia con la actualidad porque este lluvioso jueves 5 de noviembre, el Gobierno, o sea el dictador Sánchez, ha advertido desde “su” Boletín Oficial del Estado que va a entrar a mansalva en los que ellos denominan, sin rubor alguno, la “desinformación”. El Ministerio del ramo, o sea, el de la Presidencia de la inefable señora Calvo, ha publicado un proyecto, ya denunciado por este periódico hace días, que es un edicto a la medida del fascismo absoluto, un ensayo liberticida que se atribuye la tarea infecta de “examinar la pluralidad de los medios”. ¿Qué quiere decir con ello? Pues, en primer lugar (y esto no es lo más sugestivo) que las feministas “enragés” que no cesan de parir estupideces del Ministerio de Igualdad, se van a asegurar que ello beneficiará la paridad hombre-mujer en periódicos, radios y televisiones. Ni un hombre más que una mujer. Pero con ser ello cierto, con contar desde este jueves con una legislación que permite tal arbitrariedad, el fin primordial no es este, el fin consiste, lisa y llanamente, en fiscalizar la línea editorial y desde luego los contenidos que se sirven desde cualquier medio, sobre todo desde los privados que aún, milagrosamente, todavía existen.

Este maldito Gobierno que nos ataca pretende que nadie atraviese las rayas rojas de lo que a ellos les interesa, que, en efecto, según publican sin ponerse colorados, que toda la información sea “veraz y diversa”. No entramos en averiguar qué es eso de “veraz y diversa” porque sólo el enunciado causa erisipela. De lo que se trata con modales caribeños es de que aquí nadie se mueva si no es con permiso de esta cuadrilla de ultraizquierda que se ha instalado en el poder como una lapa en la costa cantábrica. El proyecto de estos censores ya anuncia quiénes van a formalizarse como fiscales de todas nuestras actuaciones: el Consejo de Seguridad Nacional, ese que no ha valido para nada y que ni siquiera es capaz de controlar la situación pandémica de nuestro país, un fantasmal “Comité de Situación” que sería algo así como un grupo de hombres de negro instalados a mayor gloria del Gobierno, naturalmente la bochornosa Secretaría de Estado de Comunicación, y hasta -¡horror!- el Centro Nacional de Inteligencia. Y de jefes de la censura dos sectarios, dos profesionales de la tijera liberticida: Iván Redondo, un mercenario sin escrúpulos, y Miguel Angel Oliver, un informador que no podrá volver nunca a la profesión. Como diría un periodista de los de toda la vida: “Estamos j…..s, vienen a por nosotros”.

Y no lo ocultan porque, además, y una vez reunida esta facción de entrometidos, el proyecto de la señora Calvo avisa de que para cualquier desvío, para cualquier pecado que cometa un medio crítico, habrá una llamada “respuesta estratégica”. Franco y Arias-Salgado se conformaban con poner multas y, en último caso, clausuraban el periódico y hasta la siguiente barrabasada. Estos van más lejos: estos obligarán al medio a retractarse y en último caso, lo descolgarán de la Red que ya dominan suficientemente. Aquí se ha acabado la libertad de expresión y lo que clásicamente hemos venido denominando “de imprenta”. El poder se entromete en nuestras vidas y maneja sus hilos hasta convertirnos o en fieles súbditos de sus objetivos, o sencillamente en reos de sus arbitrariedades. Todo esto sucede sin que esta sociedad anestesiada se rebele, porque el Gobierno utiliza la terrible pandemia para someternos al más puro estilo de aquel Atila que tronchaba cabezas a todo el disidente que pasara por su cercanía. Ha vuelto Gabriel Arias-Salgado, que, según declaraba, no tomaba una sola decisión importante sin encomendarse al Altísimo. Estos no se encomiendan más que a su beneficio que, curiosamente, coincide con los fines totalitarios del comunismo más abyecto.

CODA.- ¡Ah! Se me olvidaba: lo último de estos liberticidas es que Hacienda entre en las casas sin orden de ningún tipo para fiscalizar a sus dueños y registrarles hasta los cuartos de baño. Esto se llama atentado a la propiedad privada y allanamiento de morada.

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