El ansia

El ansia
  • Carla de la Lá
  • Escritora, periodista y profesora de la Universidad San Pablo CEU. Directora de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Escribo sobre política y estilo de vida.

Lo que más me gusta de esta película es la barra de labios frambuesa de Catherine Deneuve. En realidad, el resto me pareció una payasada, en el mejor de los casos un largometraje de culto para menores de treinta sedientos (a ansiosos) de poesía… ¿no?

Por otra parte, el título en español siempre me ha dado qué pensar porque sugiere a las mil maravillas ese deseo muy superior a la voluntad, a la razón y a la resistencia que podría apoderarse de cualquiera de nosotros, en cualquier momento y dejarnos así, suspendidos tras un deseo que nunca se va a satisfacer porque es insaciable.

Pienso en El ansia cuando observo a algunas personas a mi alrededor e inevitablemente invoco el ansia cuando miro a los políticos, sobre todo a Pedro Sánchez con su sonrisa perfecta de narcisista compensatorio.
Entonces reflexiono y me pregunto: ¿Le compensará? ¿Le compensan las hordas de detractores y todo su odio? Porque es evidente que Sánchez, con su falta de pundonor y caballerosidad, con su marrullería y sus arteras maniobras e incluso con su cara bonita y su apostura atlética de galán de teleserie turca genera odio (porque genera caos) en gran parte de la población… ¿A ustedes les merecería la pena?

-¡¡Claro!!- exclamará alguno- Pedro vive en la Moncloa, come a la carta del mejor chef, viste trajes a medida y se maneja en Jet privado…¡¡Pedro vive como un millonario junto a su familia!!…

Pero, vamos a ver -respondería yo-. Comprendo que para alguien que ha pasado hambre y privaciones materiales básicas todo ese poderío es tentador. Comprendo que Evo Morales, de origen indígena aymara, que creció en la pobreza extrema se acostumbrara gustoso al cargo de presidente de Bolivia, como Pedro Castillo en Perú; Fidel Castro y Stalin venían de pasar penurias en la vida rural y campesina; el mismísimo Putin creció en un departamento comunal en San Petersburgo…

¿Sabían que el magnate François Pinault propietario de uno de los mayores grupos en el mercado del lujo internacional (Gucci, Saint Laurent, Bottega Veneta, Balenciaga, Alexander McQueen, Boucheron, Ulysse Nardin, entre otras marcas) era un labrador paupérrimo que dejó el colegio porque le llamaban paleto sus compañeros?

Ah… los secretos del corazón y los aparejos de la conciencia, donde el verdadero lujo solo puede ser ideado por un pobre. Para una persona que ha sufrido necesidades, el lujo es Dios.

Sin embargo, Pedro no viene de ahí, ni ninguno de los políticos más ansiosos e insistentes que nos ocupan. Pedro está ahí llevado por su indominable sed de poder, avasallado por su vanidad, donde cabe todo el odio que sin duda le llega cada día y cada hora, sin necesidad de que lea la prensa ni vea la televisión…

Pienso que para ser político y para desear ser político y luchar para lograrlo y mantenerse, que quizá es lo más difícil, hay que estar absolutamente dominado por el ansia, un ansia de vampiro neófito, una egolatría superior a todo lo demás, una codicia sin límites y un afán por lograrlo que es ridículo, obsceno y peligroso.

Dicho esto, cabe puntualizar que existen grados en el ansia por mandar, donde los rivales directos de Sánchez, ¿el bueno de Feijóo? Por muy capaces o preparados que puedan resultar en determinadas áreas, serán opacados, revolcados, zarandeados y rebasados por la avidez frenética de Sánchez. Y digo frenética, de frenesí. De esa forma de amor o ardor, delirio, exaltación y arrebato con la máxima furia, pasión, agitación, excitación, locura… la de Sánchez.

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