Traducción del debate del PSOE

Traducción del debate del PSOE

Ayer se vieron las caras los tres candidatos a la Secretaría General del Partido Socialista. Desde el histórico Comité Federal del 1 de octubre, Díaz y Sánchez no se encontraban. La expectación era alta, pero sin duda creo que dejaron boquiabiertos a todos los espectadores. Esta vez, quizás por el morbo que suscitaba el encuentro, el debate se televisó. Es evidente que lo que pasa en el PSOE le interesa a este país. Aunque intuyo que en realidad es más bien a ciertos poderes a los que de verdad les gusta que el público se interese por comer palomitas mientras observa las miserias del Partido Socialista. No hay que olvidar las recientes y comprometedoras declaraciones de Mauricio Casals donde se hacía patente el éxito del «Sandwich» de la Sexta para asfixiar al PSOE —creación de Podemos incluida—.

Para quienes conocemos los recovecos del partido, sabemos de la importancia del momento en que vivimos: el domingo se dará la opción de enterrar definitivamente al PSOE o darle el último respiro para que colabore en la regeneración necesaria de este país. Por eso sabemos bien que el debate planteaba dos alternativas, no tres. Por un lado, el continuismo gris de los de siempre. Esos de los discursos vacíos, de los que han saltado de liana en liana para poner sus posaderas en algún cargo. Esos que llevan toda la vida viviendo a costa de aplaudir a unos y degollar a otros. Los que caminan 10 metros por encima del suelo, pisando alfombras y generando todo tipo de clientelismo. Los de las familias, capillitas, esos del «conmigo o contra mi». Esos que, a base de sacarse los ojos entre ellos han dejado el partido hecho un lodazal. Esos están representados por Díaz y López. Sí, es cierto, Sánchez también estuvo ahí, pero resulta que como fue víctima y vio cómo se las gasta «el aparato» en sus propias carnes. Ahora ya sabe de qué va la película. Ha entendido cómo lo utilizaron de manera cruel y cómo se rodeó de auténticos profesionales de la fontanería como Luena, Veracruz, Hernando y compañía.

El comodín

Para quien no sepa lo que realmente ocurre en el PSOE, puede que el papel de Patxi López le haya podido resultar interesante, incluso creíble y hasta, por qué no decirlo, la mejor opción. Parece sensato, preocupado por lo que realmente importa, echando el alto a esos dos trenes que supuestamente van a chocar —así lo ha mostrado en su video de campaña—. Y claro, los conciliadores, las medias tintas, son a veces un anzuelo apetecible. Una opción válida para los que no quieren casarse con nadie. Todo muy comprensible. Tan comprensible como falso. Porque Patxi López no es un término medio, no es un conciliador, no es alguien que hable por sí mismo en este sainete.

El que fuera lehendakari juega un papel fundamental en todo esto: amortiguar el más que probable batacazo de la andaluza ante un Sanchez reforzado y más vivo que nunca. El patxismo es algo totalmente artificial y vacío de contenido, una barca de salvación para los que participaron «desde dentro» en el derrocamiento de Sanchez —que estaba montado desde el Congreso de 2014— y necesitaban abandonar el barco rumbo al sur sin que se notara demasiado. Sí, una lancha para Luena, Hernando, Veracruz, Rodríguez y compañía, rumbo a los brazos de Susana, de los que nunca en realidad salieron. Eso es Patxi. Un hombre de partido, siempre dispuesto a cumplir con la misión encomendada.

Durante el debate, el «mediador» no perdió oportunidad para atizarle a Sánchez, de manera gratuita y totalmente incoherente con su propio mensaje. Resulta absurdo vender paz, diálogo, convivencia y amor mientras le metes el dedo en el ojo al de al lado. Es cierto, a Susana le dio un bofetón en el último minuto. Pero fue algo sin importancia y, dicho sea de paso, estaba totalmente acordado. Hasta la respuesta de Díaz estaba planeada, y de manera indirecta, volvió a convertirse en una puñalada a Sánchez —el fiasco electoral en País Vasco—.

El debate de ayer estaba planteado en un dos contra uno. Una pinza, una envolvente, una emboscada, una trampa, un bombardeo a Sánchez, el odiado Sánchez, del que, para su mayor rabia, éste salió reforzado una vez más. Ni Patxi es independiente ni es alternativa, ni Susana tiene el más mínimo escrúpulo o principio que le legitime para dirigir nada más allá de sus condominios que, dicho sea de paso, heredó de manera digital de Chaves y Griñán, que mantuvo a través de unas primarias sin votaciones, y que pretendía llegar a Madrid haciendo lo mismo. ¿Haciendo el qué? Basta con ver la frialdad para decir las maldades que dijo durante el debate, los ataques personales con ese tono de voz forzadamente suave, para darse cuenta del tipo de perfil ante el que nos encontramos.

Eso desveló el debate: la maldad incontrolable de la andaluza, el falso papel del vasco y las agallas del madrileño que el próximo domingo tendrá la posibilidad de reconducir y comenzar la regeneración de un PSOE que está a punto de pasar a la Historia.

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