La inteligencia alerta sobre la peligrosa actividad de Hizbulá en Alemania
Investigaciones de los servicios de inteligencia de Alemania han revelado que diversas organizaciones y centros religiosos como las mezquitas albergan a la red libanesa de Hizbulá en territorio germano, a modo de “apoyo logístico» para este grupo islámico chií que cuenta con un brazo político y otro militar y que está auspiciado por la República Islámica de Irán, principal estandarte de la rama chií del islam, contrapuesta a la suní que representa el gran rival iraní en Oriente Medio, Arabia Saudí (principal aliado en la región de Estados Unidos, gran enemigo del régimen de los ayatolás en el panorama internacional).
Es sabido que Irán extiende sus tentáculos en varios países del Golfo a través de las Fuerzas Quds, división internacional de la Guardia Revolucionaria Islámica (cuerpo de élite del Ejército iraní).
Estas trabajan en colaboración con grupos chiíes en estas naciones, como es el caso de Hizbulá en Líbano, las Fuerzas de Movilización Popular en Irak, las milicias hutíes en el marco de la guerra de Yemen o la formación armada Liwa Fatemiyoun, activa en el conflicto bélico de Siria.
En este punto, la Guardia Revolucionaria transfiere fondos del Estado persa a Hizbulá, según han desvelado los datos de la inteligencia alemana, de los que se hizo eco el medio Al-Ain.
Los servicios secretos teutones también han alertado sobre lo comprometido de la acción delictiva que llevan a cabo las milicias armadas libanesas respecto a los intereses extranjeros y de las principales economías europeas.
Así, los informes revelan, por ejemplo, las actividades de las milicias libanesas y sus líderes en cuanto a lavado de dinero, señalando que estos elementos están siendo supervisados, bajo el control interno de los servicios de inteligencia, que los consideran una “amenaza para el sistema democrático» y para la estabilidad tanto europea como mundial.
Según lo desprendido del último informe de la inteligencia alemana, las actividades sospechosas de la formación chií libanesa sirvieron supuestamente para movilizar a 1.050 dirigentes en los 16 estados federados o ‘länders’ alemanes, incluidos al menos 30 en la región de Baviera, con órdenes para reclutar nuevos seguidores y recaudar donaciones y fondos para la financiación de sus intereses. En la capital de Berlín, las sospechas se enfocan en el Centro Imam Rida, que es el punto neurálgico del entramado de milicias libanesas en suelo alemán y el principal impulsor de sus operaciones.
Esta implantación de Hizbulá en Alemania ha venido siendo seguida de cerca en los últimos tiempos. Así, en diciembre del año pasado el Parlamento alemán remarcó que la Fiscalía del Estado había abierto 36 investigaciones contra personas vinculadas a Hizbulá en 2019. Ya desde 2016 existen informes de la inteligencia alemana sobre la presencia de esta formación chií en suelo teutón. En ese año ya se calculaba que había aproximadamente 250 agentes activos e identificados de la organización chií libanesa, respaldados por Irán, y un total de 950 miembros de Hizbulá en toda Alemania, lo cual fue referido en su momento por gran parte de la prensa alemana.
Mientras, Hizbulá también ha venido siendo investigado en otras áreas, incluida la del delito cibernético, donde sus piratas informáticos utilizan presuntamente técnicas de ‘catfishing’ para penetrar las redes sociales e infiltrarse en dispositivos móviles en todo el mundo de cara a desestabilizar a Estados Unidos, Europa, América Latina y África obteniendo información confidencial.
Aunque Hizbulá no está considerada en la actualidad una organización terrorista por parte de Alemania (a diferencia de otros países), las autoridades alemanas muestran así su preocupación por la red tejida por la milicia chií ante sus supuestas actividades criminales y por su completa subordinación a la República Islámica de Irán.
Sobre todo, teniendo en cuenta que el régimen de los ayatolás es señalado por poner en riesgo la seguridad regional en Oriente Medio, y hasta mundial, por su injerencia en asuntos internos de otras naciones vecinas y por su actitud beligerante.
Una posición agresiva que ha sido relacionada con episodios de ataques a petroleros en aguas del golfo Pérsico y atentados contra instalaciones petrolíferas y aeroportuarias en territorio del reino saudí. Escenario al que se ha llegado después de las sanciones económicas y políticas impuestas por Estados Unidos a Irán por incumplimientos del pacto nuclear suscrito en 2015 por estos países junto con Alemania, Francia, Reino Unido, China y Rusia (JCPOA, por sus siglas en inglés) por el que se limitaba el programa atómico persa, sobre todo en relación con la materia armamentística. Un acuerdo del que se salió el Gobierno de Donald Trump en 2018 para acabar decretando estas sanciones contra los iraníes.
Este castigo estadounidense afectó principalmente al comercio de crudo, la más relevante fuente de financiación de Teherán, y tuvo respuesta en el mismísimo presidente Hasán Rohaní, quien amenazó con seguir comerciando con su crudo, rebajar al mínimo sus compromisos en materia nuclear y bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial.
Últimamente, llegaron los esfuerzos de la Unión Europea (UE) para salvaguardar el JCPOA y para implementar incluso el sistema INSTEX, un mecanismo diseñado para sortear las sanciones norteamericanas mediante transacciones hechas sin utilizar dólares, a través del cual se ha suministrado, por ejemplo, material médico a Irán para hacer frente a la actual pandemia del coronavirus.