La importancia de la escuela de traductores de Toledo
La escuela de traductores de Toledo ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la traducción en España y en Europa.
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Campana gorda, de la catedral de Toledo
Entre el siglo XII y las primeras décadas del XIII, la ciudad de Toledo fue testigo de un gran proceso de traducción e interpretación de textos clásicos greco-latinos alejandrinos, permitió que las obras escritas en árabes fueran vertidas al latín. A su vez, estos textos fueron vertidas posteriormente, al romance castellano. Esta poderosa labor de transferencia cultural recibió el nombre escuela de traductores de Toledo.
Fundada en el siglo XII durante la época de la Reconquista, esta institución tuvo un papel fundamental en la transmisión del conocimiento entre las diferentes culturas que convivían en la península ibérica en aquel entonces.
Un encuentro entre culturas
La Escuela de Traductores de Toledo fue un punto de encuentro entre las culturas cristiana, musulmana y judía, donde se traducían textos de diferentes disciplinas como la filosofía, la medicina, la astronomía y la matemática. Gracias a la labor de los traductores que trabajaban en esta escuela, se logró preservar y difundir conocimientos que de otra manera hubieran sido perdidos.
La importancia de la Escuela de Traductores de Toledo no se limita únicamente al ámbito académico, sino que también tuvo un impacto en la sociedad de la época. Gracias a la labor de los traductores que trabajaban en esta institución, se pudo facilitar el intercambio cultural entre las diferentes comunidades que convivían en la península ibérica, promoviendo así la convivencia pacífica y el respeto mutuo.
Algunos personajes conocidos
Uno de los traductores más destacados de la Escuela de Toledo fue Gerardo de Cremona, un monje italiano que se dedicó a traducir obras filosóficas y científicas del árabe al latín. Gracias a su labor, obras de autores como Avicena, Averroes y Al-Kindi pudieron ser conocidas en Europa occidental, contribuyendo así al florecimiento del pensamiento renacentista.
Otro personaje relevante en la historia de la Escuela de Traductores de Toledo fue Juan de la Cosa, un traductor judío que se especializó en la traducción de textos hebreos al castellano. Gracias a su labor, se pudo difundir el conocimiento de la cultura judía entre la población cristiana de la época, promoviendo así la tolerancia y el entendimiento entre las diferentes comunidades religiosas de la península ibérica.
Todo viene del siglo XI
La escuela de traductores de Toledo entendida como una institución reglada y estable, realmente nunca existió. Este término fue ideado por un historiador y orientalista francés, Amable Jourdain, quien comenzó a referirse a un “colegio de traductores” que operaba en Toledo en 1819. Más tarde, Valentín Rose, un filólogo alemán comenzó en 1874 a popularizar la expresión “Escuela de Traductores de Toledo”.
Esta expresión surgió debido a la labor de traducciones de obras árabes de ciencia y filosofía que tuvo lugar en la ciudad bajo el respaldo de los arzobispos primero, y del rey Alfonso X más tarde.
El intercambio cultural que se evidenció en Toledo comenzó en 1085, cuando Alfonso VI conquistó la ciudad. En aquella época era factible tener acceso a obras de la tradición árabe en Toledo, pues gran parte de sus habitantes eran arabo-parlantes, pero conocedores también del latín, ya que estaban conformados por cristianos de origen andalusí, llamados “mozárabes”, y judíos también de origen andalusí.
Cristianos y musulmanes
El arzobispo don Raimundo de Sauvetat aprovechó gran tolerancia de los reyes castellanos cristianos hacia los musulmanes y judíos e impulsó distintos proyectos de traducción cultural que demandaban las cortes de la Europa cristiana.
Alfonso X el Sabio impulsó el centro traductor que ya existía en Toledo, desde la época de Raimundo de Sauvetat, que se especializó en obras de astronomía y de leyes. También fundó en Sevilla unos Studii o Escuelas de latín y de arábigo con una vinculación claramente cortesana. En 1269, fundó la Escuela de Murcia, dirigida por el matemático Al-Ricotí, propiciando así un proceso continuo y nutrido por los diversos proyectos y la actividad de traducción.
La importancia de la escuela de traductores de Toledo
La llamada escuela de traductores de Toledo, también se extendió a otras localidades y constituyó un espacio de encuentro de sabios y científicos que se dedicaron a traducción de textos clásicos con el propósito de difundir el conocimiento en la Edad Media en España.
Esta labor fue especialmente relevante para la época. Hasta aquel momento, los conocimientos del legado grecolatino y oriental clásico en Occidente solamente comprendían obra señera de Platón y Aristóteles y ciertos fragmentos compilados por Casiodoro y Boecio en el s. VI, por Isidoro en el VII, por Beda el Venerable en el VIII y por Alcuino de York alrededor del 800.
En este periodo se tradujeron obras del árabe y del griego, al latín y de las más diversas temáticas: medicina, historia, matemáticas, etc. Un buen ejemplo son las obras de Ptolomeo, Euclides, Aristóteles, Galeno o Avicena.
La escuela de traductores de Toledo también fue motivo de recelo fuera de la Península, en especial porque los saberes científico-filosóficos compilados en la tradición árabo-islámica eran considerados como diabólicos por parte de algunos intelectuales cristianos-occidentales.
Hoy en día, la Escuela de Traductores de Toledo sigue siendo un referente en el ámbito de la traducción y la interpretación, siendo reconocida por su contribución al desarrollo de la disciplina en España y en el mundo. Numerosos profesionales de la traducción han pasado por esta institución.
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