Así se distingue un huevo mollet, un huevo duro y un huevo pasado por agua: demasiada gente todavía los confunde
El huevo es uno de los alimentos más versátiles de la cocina y existen trucos hasta para freírlos de forma perfecta. Sin embargo, a algunos todavía les cuesta diferenciar (y preparar) las distintas formas de cocción.
Mucha gente todavía intenta preparar un huevo pasado por agua y acaba sacándolo del cazo completamente duro. Ni hablemos de encontrarle el punto exacto al huevo mollet.
La mayoría de especialistas culinarios coincide en que lo más importante no es ni el agua ni el recipiente, sino el tiempo. Aprende a diferenciarlos y descubre los minutos exactos de cocción que necesitas.
Cómo diferenciar un huevo pasado por agua y el truco para prepararlo
El huevo pasado por agua es el que requiere mayor control. Para conseguirlo, el procedimiento es sencillo pero muy estricto: el agua debe estar hirviendo antes de introducir el huevo, que se mantendrá dentro sólo 3 minutos.
Al sacarlo, es esencial enfriarlo bajo agua fría para detener la cocción inmediatamente. Con ello vas a conseguir ese efecto tan placentero que se produce al comerlo con una cucharilla.
El resultado debe ser un huevo con textura gelatinosa, donde yema y clara están muy poco cuajadas. Si se busca la versión más precisa y profesional, existe una variante a baja temperatura.
Para ello debes cocinar el huevo a 64 ºC durante unos 10 minutos. Esta técnica funciona porque la clara empieza a cuajar a 63 ºC y la yema a 65 ºC; por eso, al elegir un punto intermedio, obtenemos una clara tierna pero cuajada y una yema totalmente líquida.
El huevo mollet: la variante gastronómica de la que casi nadie se acuerda
El huevo mollet suele confundirse con el pasado por agua porque comparte un punto de cocción suave, pero existe una diferencia fundamental: el tiempo.
El procedimiento es idéntico (agua hirviendo, cocción y enfriado en agua fría), pero aquí el huevo debe cocerse exactamente 6 minutos.
En esta versión, la clara queda más firme, lo suficiente como para poder pelarlo sin que se rompa, mientras que la yema sigue siendo prácticamente líquida y cremosa.
Es, por así decirlo, una versión más estable del huevo pasado por agua, ideal para recetas donde el huevo debe mantenerse íntegro, al menos a la vista.
Tanto en el mollet como en el huevo duro, un truco muy útil consiste en añadir sal al agua de cocción. Esto facilita notablemente el pelado posterior, especialmente en huevos recién cocidos.
El error que todos cometemos cuando queremos preparar huevos duros
El huevo duro, o huevo cocido, es el que más conoce la gente, pero eso no le exime de que haya muchos errores a la hora de prepararlo.
La característica principal te la da el propio nombre: tanto la yema como la clara están completamente cuajadas. Lo habitual es comerlo con un poco de sal y con cuidado para no atragantarse.
Para que quede en su punto, debe hervir 11 minutos exactos desde que el agua alcanza la ebullición. Si lo haces así, vas a conseguir que esté completamente duro y con una textura firme.
En este caso el error más común es sobrecocinarlo. Si te pasas con el tiempo, la yema puede oscurecerse y perder jugosidad. No implica riesgos para la salud, pero el sabor será menos agradable y más seco.