Una España descorchada
España se reencontró con su mejor versión en la victoria ante Eslovaquia. El equipo demostró su unidad en un partido clave donde el público de La Cartuja le llevó en volandas
La Selección necesitaba ganar para estar en octavos de final y lo hizo a los grande, metiendo cinco goles a un combinado muy inferior
España descorchó el cava contra Eslovaquia en el partido más importante. Cuando la moneda estaba en el aire y sólo esperaba ver si caía cara o cruz. El combinado español arrolló a un rival débil, pero que ya había hecho la machada ganando a Polonia en la primera jornada y poniéndole las cosas muy complicadas a Suecia, contra el que sucumbió con un gol de penalti. Los de Luis Enrique jugaron bien, como en los dos partidos anteriores, pero esta vez sí estuvieron acertados ante la portería rival. Cinco goles que llenan de moral a un equipo tremendamente unido que necesitaba una alegría así.
De la teoría del ketchup de Ruud Van Nistelrooy al “somos una botella de cava a punto de descorchar” de Luis Enrique. España ante Polonia y Suecia fue esa burbuja que tiene prisa por quitar el corcho para salir despedida. Y contra Eslovaquia lo consiguió. Un penalti errado por Morata parecía que iba a alargar el sufrimiento, pero la aparición dantesca de Dúbravka, portero eslovaco, empezó a empujar de un tapón que terminó quitando Laporte, Sarabia, Ferran Torres y Pau Torres. Cinco goles para recuperar la sonrisa y reafirmar su idea de juego.
España celebró el triunfo contra Eslovaquia como se merecía. Vuelta de honor ante una Cartuja entregada, que animó a su país con especial efusividad durante todo el encuentro. Lo que estaba en juego obligaba a ello. Luego, momento con sus hijos sobre el césped y “unas cervecitas” en Las Rozas, tal y como confirmó Luis Enrique tras el encuentro. Posiblemente, la sonrisa más grande de Sevilla. El asturiano estaba feliz tras el partido por la victoria, la clasificación y, sobre todo, por como sale de reforzado un grupo que en estas tres semanas y media de concentración ha vivido de todo.
Desde la buena sensación obtenida frente a Portugal al varapalo que sufrieron con el positivo de Busquets y el susto de Diego Llorente pasando por eso cinco días de aislamiento en los que cada resultado de PCR se vivían con mucha tensión por Las Rozas. Los resultados tampoco ayudaron. Los dos empates ante Suecia y Polonia acentuaron las dudas de la afición y de la prensa. Pero también se han vivido momentos buenos que han fortalecido a un grupo único. Una gran familia que se apoya en las situaciones delicadas y festeja cuando vienen bien dadas.
“No os lo creéis porque os lo decimos todos, pero nunca he visto un grupo tan unido”, decían horas antes de que España pusiese rumbo a Sevilla trabajadores de la Federación. Los jugadores y Luis Enrique también lo recalcan siempre que pueden. La fuerza del grupo está siendo clave en el camino de la selección española durante esta Eurocopa.
En Sevilla tenía que ser
Sevilla es una de las casas favoritas de España, donde han vivido momentos únicos como aquel 12-1 a Malta o el más reciente 6-0 contra Alemania. Pero en esta Eurocopa la comunión con la grada no había nacido hasta el día de Eslovaquia. Frente a Suecia existía la ilusión del primer día, pero los fallos aplacaron a la gente. Contra Polonia, el desapego fue mayor. El episodio del hotel y los resultados no dejaban a la gente engancharse con la Selección, hasta el día de la verdad.
La Selección se reencontró en Sevilla, donde el público terminó haciendo la ola y cantando “olés”, pero desde el primer minuto la atmósfera era diferente. El campo, a pesar de no poder estar lleno, vibró desde que arrancó el choque y al finalizar, con el 5-0 y el objetivo cumplido, por fin el equipo y el público fueron uno. En Sevilla tuvo que ser el reencuentro de España con su mejor fútbol y su gente.