Sánchez rechaza una gran rebaja de impuestos de la energía: ordena ser «cautos con el efecto fiscal»

efecto fiscal
Fotomontaje impuestos a multinacionales
Carlos Cuesta

El primer esquinazo ya se ha materializado: hasta el 29 de marzo, dentro de dos semanas, no se hará nada para reducir el precio de la luz, el gas y la gasolina. Pero el segundo requiebro a la exigencia social y política de medidas para frenar la inflación está también por llegar. Mientras transportistas, empresas, autónomos y partidos de la oposición piden una gran rebaja de impuestos para frenar la escalada de la energía, Sánchez ha dado una orden muy concreta a sus equipos económicos: “Hay que ser cautos con el efecto fiscal de las medidas”. Traducido: resistencia a rebajar impuestos y, en todo caso, si se hace, que sea de escasa magnitud.

Bajar el precio de la luz

El Gobierno se ha comprometido este miércoles a bajar el precio de la luz, el gas y la gasolina el próximo 29 de marzo. En esa fecha prevé aprobar un real decreto que recoja las medidas del plan nacional que debería responder a las consecuencias económicas ocasionadas por la invasión rusa de Ucrania. La primera consecuencia es clara: hasta dentro de dos semanas, nada. Pero, además de perder el tiempo -y el dinero de los consumidores-, el retraso de las medidas para frenar la escalada de los precios será la antesala de nuevas medidas mediáticas de escaso impacto fiscal.

Por el momento, el equipo de Pedro Sánchez no ha hecho ninguna propuesta concreta en la reunión que ha mantenido en el Congreso de los Diputados con el Grupo Parlamentario Popular. En dicha reunión, han participado por parte del Ejecutivo las tres vicepresidentas, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera, y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.

La delegación de los populares ha estado encabezada por la portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, a la que han acompañado los diputados Mario Garcés, Isabel Borrego, Elvira Rodríguez y Guillermo Mariscal.
Y el resultado ha sido rotundo: ni una medida concreta.

Tras la reunión, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, ha precisado que de momento el Ejecutivo estudia diferentes «alternativas» para poder bajar el precio de la luz, el gas y la gasolina. «Vamos a trabajar para que el consenso incluya a los socios de la Unión Europea (UE), y si no lo hay, el Gobierno igualmente tomará medidas. Estamos barajando diferentes fórmulas, desde ayudas del Estado, fiscales, topar precios o establecer un precio único de la energía de manera que se pueda abaratar», ha explicado.

Y es que los socialistas llegaban con una orden expresa del presidente del Gobierno: “Cautela con el efecto fiscal” de las medidas que se acaben adoptando. Y es que el Gobierno da prioridad en estos momentos a sus ingresos frente a las dificultades económicas de los españoles. La explicación es sencilla. España ha dependido en los últimos dos años de un rescate financiero por parte del BCE de más de 400.000 millones de euros. Se trata del importe empleado por esa institución en comprar deuda soberana española e inyectar liquidez en los bancos para que el crédito no se frene en la economía nacional.

Pero el BCE ya ha anunciado que esa fiesta se ha acabado. Que desde abril y hasta junio reducirá el volumen de compras de deuda de los estados miembros desde los actuales 80.000 millones de euros al mes, a sólo 20.000 euros. Y eso significa que el grifo del que ha bebido Sánchez durante este largo periodo se va a empezar a secar.

Por ello, Sánchez necesita ingresos. Necesita recaudación. Necesita impuestos. Porque no está dispuesto a eliminar gastos superfluos, ni a reducir las prebendas con las que amalgama sus alianzas políticas con los partidos que le apoyan. De ahí que la orden haya sido taxativa: “Cautela con el efecto fiscal”. Porque, lo cierto es que la inflación se ha convertido en un enorme motivo de incremento de recaudación fiscal para el Gobierno socialcomunista. Porque los impuestos se cobran sobre el coste del producto. Y eso significa que la subida de la luz, gas, gasolina o gasóleo supone automáticamente una subida de la recaudación fiscal por el IVA y los impuestos especiales.

Es más, esa inflación hace que el IRPF se eleve de forma automática y perfectamente camuflada si no se actualizan sus cifras numéricas con el IPC. Eso, denominado técnicamente, deflactación, no se ha hecho. Y sólo con respecto al último año, ha supuesto una subida real del Impuesto sobre la Renta de 4.104 millones de euros, tal y como ha calculado el catedrático José Félix Sanz y ha publicado OKDIARIO.

Lo último en España

Últimas noticias