El cantautor del golpe en el Supremo y dos noches gratis de hotel
El ex diputado catalán Lluis Llach ha relatado cómo la ANC de Jordi Sánchez habilitó un cordón de seguridad para tratar de proteger unos vehículos policiales que estaban hechos trizas.
Cuando el actual presidente de la Generalitat, Quim Torra, encargó al cantautor catalán -y exdiputado de JxSí- Lluis Llach, que presidiese el Consejo Asesor para el impulso de un ‘Fórum Cívico y Social por el Debate Constituyente’ negó que con la iniciativa se persiguiese la redacción encubierta de una constitución para su, presunta, futura república independiente. «Esto no significa el comienzo de un proceso constituyente» advertía el propio Llach, tras aceptar el nombramiento el pasado mes de octubre de 2018, para acto seguido abundar en que se trataba de una suerte de ente desde el que se impulsaría «la sociedad catalana del siglo XXI».
Llach comparecía hoy en el Tribunal Supremo -en calidad de testigo presencial de las protestas orquestadas por las entidades separatistas ante la Consejería de Economía, durante las entradas y registros judiciales del 20S- pertrechado con un lazo amarillo, sobre jersey oscuro, a juego con sus gafas y reloj de pulsera, en su mano izquierda. Posado sobre la mesa un libro que lleva por título ‘Raül Romeva’. «Soy independentista, y, con la venia, señor presidente», se dirige nada más empezar, al juez Marchena, «como homosexual y aspirante a ciudadano del mundo estoy en desacuerdo con que pueda interrogarme un partido de ultraderecha». Es el abogado de Vox, Ortega Smith, quien le interpela. Como buena musa folclórico-nacionalista Llach retoma la puesta en escena.
«Había un ejercicio de protesta clarísimo pero nosotros no sentimos en ningún momento que tuviésemos que hacer nada especial», asegura mientras califica la concentración de la masa ciudadana, frente a la Consejería de Economía, como una «desobediencia cívica y serena». «Yo no vi en ningún caso violencia contra el vehículo de la Guardia Civil, no vi a nadie golpeándolo con una piedra. Sí había mucha gente encima y creí que los daños se debieron a eso, al peso de la gente subida entre los que había periodistas», apunta el ex diputado para tratar de explicar cómo, por una cuestión meramente física, se produjeron los destrozos sobre los coches de la policía.
Lluís Llach, sobre el 20-S: «No vi en ningún caso que se ejerciese violencia contra los vehículos de la Guardia Civil».
«Por deformación profesional, lo siento muchísimo», prosigue, «recomendé que una vez tuvieran el megáfono» (se refiere Llach a ‘los Jordis’) «el llamamiento a la desconvocatoria la hiciesen desde lo alto de los vehículos». Era el único sitio donde, en su opinión, podría verles todo el mundo. «Se trataba de una mezcla entre dar las gracias a la gente y pedirle que se comportase cívicamente, y disolver la concentración con la promesa de que continuaría al día siguiente», apostilla.
Algunas horas antes esos mismos vehículos les habían granjeado el primer quebradero de cabeza del día. «Tenemos un problema», comunicó Jordi Sánchez a Llach y a los otros diputados catalanes que les acompañaban. «Hay armas dentro» les dijo sin precisar si «eran largas». «Nos quedamos totalmente descolocados», puntualiza. «Nos pidieron que colaborásemos con ellos para hacer un cordón que alejase a la gente de los mismos y tratar de evitar males mayores», comenta Llach a preguntas del abogado del propio Sánchez, Jordi Pina.
«Pasamos un poco de sudores y lágrimas para conseguirlo», suspira, «pero lo conseguimos». Los voluntarios de la ANC liderados por Jordi Sánchez, y con Llach y otros cuantos políticos allí presentes involucrados en aquel compromiso, habilitaron un perímetro que era «de convicción más que de seguridad», matiza. Casi como el slogan del propio proceso no constituyente para la independencia de Cataluña. En línea con los objetivos de la entidad ‘cívica’ que el cantautor del golpe, actualmente, significa. Un sí pero no en toda regla. La declaración unilateral de corte político sin trascendencia jurídica…
De los meros ‘visitantes’…
Andreu Van den Eynde -que defiende a los acusados Oriol Junqueras y Raül Romeva- ha renunciado a 16 de sus testigos citados para esta semana, gesto procesal que no afecta a los cuatro políticos extranjeros que han declarado hoy ante el tribunal. Los europarlamentarios Ana Gomes, Ivo Vagl, Andrej Hunko y Manón Massé, quienes según las acusaciones fueron «observadores internacionales» pagados por la Generalitat para supervisar el referéndum del 1-O -tal y como recoge un informe de la Guardia Civil en el que consta «de manera inequívoca» que acudieron a Cataluña «por petición de Diplocat para proceder a la observación» de la consulta ilegal- y según las defensas fueron meros ‘visitantes’ a título personal.
De entre todos ellos, el alemán (Hunko) -que formó parte de la comitiva encabezada por Dimitrij Rupel, exministro esloveno de Asuntos Exteriores- ha reconocido que tras su llegada a Barcelona, donde se alojó desde el 1 al 5 de octubre de 2017, le comunicaron que no debía de pagar las dos primeras noches de hotel, si bien no recuerda explícitamente quién se encargó de dicho importe, ni quién exactamente le invitó a Cataluña, aunque cree que Diplocat.
Según un informe de la Guardia Civil los ‘observadores’ internacionales acudieron a Cataluña a petición del Diplocat para supervisar la celebración del referéndum (ilegal) del 1-O
Hunko ha cumplido, a la perfección, con ese aura de ambigüedad con que envuelve el separatismo todo lo relativo a los días de autos y la consulta ilegal. Primero señala haber «recibido la invitación de Diplocat para realizar un viaje a Cataluña con motivo del referéndum» y luego manifiesta que «lamentablemente» no puede certificar si el correo electrónico con dicha invitación procedía realmente de dicha entidad, porque en aquellas fechas estaba centrado «en los comicios federales de Alemania» y no lo recuerda con claridad.
Ni un solo nombre ha desvelado Hunko sobre sus interlocutores en la preparación de una «visita informal», que no «misión de observación oficial», por la que asegura que «nunca» cobró. Su aportación en Sala se ha reducido a referir cómo en el vehículo que les llevó, a él y al resto de sus compañeros de expedición, de uno a otro centro de votación, aquel 1-O, siempre les acompañaba «un representante catalán», aunque no sabe, o dice no saber, si era de la Generalitat, ya que a él solo le interesaba conocer la identidad del resto de «visitantes» europeos y acreditar que todos ellos pertenecían a «fuerzas democráticas».
Era «completamente consciente» de que se trataba de «un suceso político de gran importancia» -prohibido por el Tribunal Constitucional y el TSJC- y como tal asistió. «Mi motivación primaria fue tener un testimonio personal de aquello, lo que no significaba tener una opinión favorable o contraria del suceso en sí, sino sólo formarme una opinión directa», sostiene Hunko ante el tribunal. Claro está, que se trata del mismo Hunko que participó en una marcha en Berlín para pedir la libertad del entonces presidente de la Generalitat de Cataluña y actual prófugo de la Justicia española, Carles Puigdemont, y calificó de «bofetada» a los gobiernos de Merkel y Rajoy la decisión del Tribunal de Schlewig-Holstein que se negó a extraditarlo con cargo a la acusación de rebelión.
…a los ‘observadores’ internacionales
Manon Massé es diputada de la Asamblea Nacional de Quebec desde 2014 por el partido político independentista Quebec Solidaire, en el que ostenta el cargo de co-portavoz desde 2017. Se sienta frente al tribunal, y lo hace mediante videoconferencia, para reconocer sin tapujos que, precisamente por ello, ha mantenido históricos y actuales vínculos con la CUP en eventos internacionales. «He participado a título de observadora en el referéndum», invitada por la formación antisistema, espeta sin margen de interpretación. Pero los gastos derivados de su presencia en Cataluña, asegura, corrieron de su cuenta.
«Mi partido es independentista y reconoce el derecho de autodeterminación y cuando nos encontramos con la CUP creamos lazos. Para nosotros el derecho del pueblo a la autodeterminación es un derecho fundamental, y cuando nos informamos de que había una delegación de observadores internacionales acepté ir porque para nosotros el derecho de autodeterminación es un derecho esencial», explica a preguntas del letrado de la formación independentista catalana, Benet Salellas.
«Se empezó a sentir miedo a votar cuando se vieron imágenes de violencia en las redes sociales y en la televisión. La gente estaba decidida a votar y era plenamente consciente de que se trataba de un gesto de desobediencia civil, vi gente a favor y gente que no estaba a favor de la independencia, lo que querían era votar», explica Manon Massé. Para concluir: «Como todo el planeta vi que la violencia fue la ejercida por la policía».