Así iremos a los hoteles tras el Covid-19: nada de buffet, check-in online y aforos controlados
La Comunidad de Madrid ha subido un peldaño en el proceso de desescalada del Gobierno y ha podido acceder, por fin, a la fase 1 después de varios tiras y aflojas entre el Ministerio de Sanidad y la región de Isabel Díaz Ayuso. Terrazas, cafeterías, restaurantes y hoteles ya poseen el permiso para abrir sus puertas, sin embargo, no son demasiados los establecimientos que se han atrevido a hacerlo por la falta de clientes porque, recordemos, la mayor parte de ellos son extranjeros.
A pesar de ello, así como de la incertidumbre que hay alrededor de la llegada o no de visitantes extranjeros hasta el mes de julio, algunos hoteles de Madrid han tomado la decisión de abrir con la fase 1 recién estrenada. Este ha sido el caso del Hotel Claridge, un establecimiento con más de medio siglo de vida que ha aplicado un «Plan de Seguridad para Clientes y Empleados» para dar servicio con todas las garantías sanitarias y, al menos, poder salvar un poco los muebles de cara al verano.
Juan Luis de Lucas, director general del Hotel Claridge, explica a OKDIARIO que han decidido «ser valientes» y abrir «para que nuestros clientes pudieran venir, de hecho, ya tenemos algunas reservas para los próximos días». Señala, además, que la decisión de abrir ya la tenían tomada desde la vez anterior en la que la Comunidad de Madrid casi pasa de fase, «aunque sabemos que no vamos a generar demasiado».
Además, y de momento, sólo se han incorporado ocho de los 40 empleados que tienen en plantilla porque durante el estado de alarma tuvieron que aplicar un Expediente Regulación Temporal de Empleo (ERTE). «Hemos abierto con el personal mínimo de seguridad y limpieza, y estamos a la espera de que todo vaya regresando poco a poco a la normalidad y se reincorporen a su puesto de trabajo cuanto antes». Eso sí, advierte De Lucas, será importante pasar a las fases sucesivas de desescalada para poder impulsar la actividad hotelera de la región. «Hasta que no avancemos en las fases y recuperemos la movilidad geográfica y, sobre todo el cliente internacional, ya sabemos que no vamos a tener una gran afluencia de personas», explica el directivo.
Sólo de este modo, advierte, se podrá reincorporar al resto de la plantilla de manera progresiva e ir haciendo a todos los empleados los test de detección de Covid.-19. «A medida que la demanda vaya aumentando y pasemos de fases iremos llamando a los empleados. En este momento, hay que tener en cuenta, que todos lo espacios comunes como el restaurante, la cafetería y los servicios de desayuno están cerrados».
Sólo se han reincorporado ocho de los 40 empleados de la plantilla
Reconoce, además, que no ha sido sencillo tomar la decisión de abrir cuando desde el Ejecutivo no se tenían claras las actividades que podrían hacerse en cada una de las fases de la desescalada. «Ha sido un poco caótico, hay que decir la verdad, porque primero no sabíamos que podríamos hacer o no en cada una de las fases, no sabíamos si pasaríamos o no de fase y, además, de repente, no se permite la entrada del cliente internacional porque no se sabe si habrá o no cuarentena. Entonces todo eso, la verdad, nos ha creado un poco de confusión», señala De Lucas.
En cuanto a las medidas sanitarias e higiénicas, el director general del Hotel Claridge explica que han tenido que «esperar muy hasta el final para saber cuáles eran las definitivas, aunque seguramente se vuelvan a modificar». Sin embargo, y a pesar de los vaivenes, «somos un poco peleones y hemos intentado reponernos a las circunstancias y relanzar la actividad».
Reconoce De Lucas que esta primera semana va a tener una actividad bastante baja. «Esperamos tener una ocupación en el mes de junio más aceptable alrededor del 15%-20%, lo que pasa es que en Madrid, en verano, siempre es todo muy flojito y con estas circunstancias va a serlo aún más». De hecho, detalla el director general del establecimiento, «algunos compañeros hoteleros no abrirán hasta el mes de septiembre y no interesará abrir de momento, máxime cuando nadie podrá venir del extranjero y las ferias van a estar paradas como mínimo hasta después del verano».
Mascarillas, máxima desinfección y flujos de huéspedes muy controlados
La fisionomía de los espacios hoteleros tal y como los conocíamos hasta ahora ha cambiado. Todo está más solo y, además, se han incorporado al escenario elementos con los que no teníamos la obligación de convivir hasta la llegada del coronavirus. Las alfombras se han quitado, el suelo está lleno de pegatinas que indican la distancia de seguridad, así como la dirección de los flujos de clientes para que no se agolpen a las puertas de los ascensores, por ejemplo, y se han colocado mamparas de seguridad en el recibidor. Además, justo a la entrada los huéspedes podrán desinfectarse las manos con gel desinfectante y aprovisionarse de guantes y mascarillas higiénicas.
En las habitaciones, por su parte, hay el mismo kit higiénico que hay en la entrada, el mando de televisión y los accesorios del baño están plastificados para que la desinfección sea mucho más sencilla. No hay ni rastro de papelería clásica de los hoteles sobre las mesas, la moqueta ha sido sustituida por tarima porque «es mucho más higiénica» y la lencería se lava a más de 60 grados.
La nueva normalidad, «con la que vamos a tener que seguir conviviendo», explica De Lucas, ha traído además un impulso a la digitalización. «Nos hemos apoyado en las nuevas tecnologías y ofrecer la posibilidad de hacer el check-in de manera online para reducir los tiempos de espera, evitar las aglomeraciones en la recepción y hacer los pedidos de room service desde los móviles», concluye.