El Gobierno británico tratará de evitar una fuga de empresas rebajando el impuesto de sociedades
El ministro británico de Hacienda, George Osborne, había amenazado con recortes o con una subida de impuestos hasta un total de 30 millones de libras anuales si ganaba el Brexit en el referéndum. Sin embargo, ahora ha dado marcha atrás y ha anunciado una rebaja de cinco puntos, hasta el 15%, del Impuesto de Sociedades como parte de un plan destinado hacer de su país una “economía supercompetitiva”
En una entrevista concedida al Financial Times, Osborne ha anunciado esta medida, destinada a establecer en Reino Unido el tipo impositivo a las empresas más bajo entre las grandes economías. El ministro ha afirmado que los británicos se han puesto “manos a la obra” para demostrar a los inversores internacionales que su país es todavía un lugar “abierto a los negocios”.
Esta medida, que acercaría a Reino Unido, al 12,5% en el que tributan las empresas en Irlanda, puede generar malestar en el seno de la Unión Europea. Los ministros de Finanzas de la UE temen que esto pueda generar una carrera hacia abajo en la que los diferentes país compitan por rebajar el gravamen a las Sociedades, algo que no resulta del agrado a los Gobiernos de algunas de las economías más importantes de los todavía Veintiocho.
La OCDE ya había advertido antes del referéndum, en un memorándum interno de su responsables de impuestos, que el Gobierno británico podría tomar este tipo de medidas si triunfaban los partidarios del Brexit. De hecho, en el documento se llegaba a afirmar esto “podría realmente convertir al Reino Unido en una economía de características de paraíso fiscal”.
Aparte de la fuerte rebaja fiscal, el plan de Osborne para hacer frente a los efectos negativos del Brexit sobre la economía británica incluye otros cuatro puntos. Esto son: impulso a las inversiones procedentes de China, con nuevos acuerdos bilaterales y una larga visita al país asiático para lograrlo; apoyo a los préstamos bancarios, para lo que pide al Banco de Inglaterra medidas que eviten la contracción del crédito; aumentar los esfuerzos inversores en las plantas energéticas del Norte del país y el mantenimiento de la “credibilidad fiscal” del Reino Unido.
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