La Bola de Cristal
Vivimos tiempos revueltos. Además, de toda índole: económica, política y social. Hay razones de todo tipo para justificar el incremento de la volatilidad en los mercados y la caída de prácticamente todos los tipos de activos, salvo el USD que sube más de un 6% desde enero y el mercado americano que, tras los fuertes recortes, sigue por poco en positivo.
Desafortunadamente el efecto de esta situación, a la que se añade la percepción de final de ciclo, es un mercado en el que tanto las acciones, los bonos y las materias primas caen. La situación a corto plazo no tiene demasiado arreglo, y puede empeorar. La FED tiene planeado seguir subiendo tipos en la próxima reunión de diciembre y tres veces más el año que viene, pero ayer leía que se está debatiendo si conviene seguir subiendo a un ritmo tan acelerado ante el miedo de que la desaceleración en la economía pueda ser mayor de lo que estiman… Y de Europa ni hablamos. Cada vez está más lejano el momento en el que el BCE se decida a subir los tipos de interés.
El pasado mes de octubre el S&P500 presentó una caída del 6,9%, la mayor caída en 7 años. Muchos inversores pueden pensar que la caída no ha terminado, y si nos fiamos de las casi tres semanas de noviembre, podría ser así. Por otro lado, la opinión de los profesionales es que los mercados se recuperarán para final de año y es posible que a muy corto plazo, en las próximas semanas, nos alivien un poco para maquillar los resultados de final de año. Me inclino por lo segundo, pero eso no resta valor a lo que llevamos hablando desde el verano. El fondo del asunto es que los inversores deben revisar bien el riesgo de las carteras que quieren mantener a largo plazo y, en caso de duda, incrementar la posición de liquidez.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que las mareas cambian y la liquidez nunca da rentabilidad… y menos a estos tipos de interés!