REAL MADRID 2-0 ESPANYOL: JORNADA 23 DE LIGA

‘VendaBale’

Gareth Bale
Bale celebra el 2-0 al Espanyol. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Bale is back. Después de 88 días lesionado al galés le bastaron 20 minutos para demostrar que es el jugador más determinante de este Real Madrid. A campo abierto es El hijo del viento. Sencillamente, no se le puede parar. Suyo, y muy suyo, fue el segundo gol, el que sentenció el triunfo del Real Madrid ante el Espanyol.

Fue una victoria de oficio, impulsada por la inercia de un líder acostumbrado a ganar. No fue un triunfo brillante, ni con la pasión de la Champions, pero ante el Espanyol volvió a quedar patente que en este Real Madrid no hay suplentes. Y esa es la mejor noticia posible para Zidane con un calendario que se aprieta más que la camiseta de un tronista. Morata se reivindicó y marcó en la primera mitad el tanto que valió tres puntos vitales para su equipo, que sigue mirando al resto de rivales en la Liga por encima del hombro.

Como la sentencia a Urdangarín, las rotaciones en el once de Zidane estaban cantadas. Eran casi por prescripción facultativa después de que el Real Madrid se pegara un calentón más grande que Alfredo Landa en una playa plagada de suecas. Siete jugadores descansaban tras la paliza ante el Nápoles. Mejor dicho: descansaban seis y Zidane cambiaba de portero, porque no parece que Keylor Navas se cansara demasiado el miércoles.

Con Kiko Casilla bajo los palos –quién sabe si será el portero titular del Real Madrid en lo que resta de temporada–, la defensa estaba formada por Carvajal, Varane, Pepe y Nacho. Respiro para Marcelo y descanso por precaución para el capitán Ramos. Por delante, Casemiro por fin paraba el cuentakilómetros después de más de mil minutos consecutivos. Jugaban Kroos, Kovacic e Isco, estos dos últimos inéditos ante el Nápoles.

Arriba, a la espera de que Bale tuviera sus minutitos en la segunda mitad, arrancaban Lucas Vázquez, Cristiano Ronaldo y Morata, este último dispuesto a demostrar que el ‘9’ del Madrid le sienta igual de bien que a Benzema. Con los cambios incluidos, el once seguía sonando a equipo campeón.

No salió el Madrid al toque de corneta sino en modo siesteo. Dominaba el balón, quizá porque le dejaba el Espanyol, pero le costaba desenmarañar el planteamiento táctico de Quique Flores. Nació el duelo un punto mortecino, con más orden que juego, bajo de revoluciones como un discurso de Rajoy.

Dominio sin ocasiones

Once minutos tardó el Madrid en crear la primera ocasión. Fue a balón parado desde la esquina. El córner lo botó Kroos con su hierro siete y lo remató Pepe, libre de marca, aunque su cabezazo picado se marchó desviado. Pasito a pasito, que canta Luis Fonsi, los de Zidane se fueron haciendo con el partido. Sin agobiar demasiado al Espanyol empezaron a gobernar la pelota con pie de hierro.

Encerrado en su cueva, como el oso Yogui en invierno, el Espanyol empezaba a sufrir los ataques del Madrid. Undiano encendió al Bernabéu al tragarse una falta de Javi Fuego a Lucas Vázquez. Y luego Diop le abrió el pómulo (sin querer) a Kovacic en una acción fortuita al saltar a un bal´n dividido. El juego carecía de continuidad y los blancos habían consumido casi un tercio del partido.

El Madrid había perdido chispa, gas y un poco de fe con respecto al miércoles. En el 29 llegó la ocasión más clara de los blancos después de una asistencia medida de Cristiano Ronaldo a Morata que salvó con la punta de la bota Duarte. La jugada posterior acabó con un gol anulado a CR7 por un par de centímetros.

Morata… a la jaula

Los blancos rondaban el gol. Se veía venir y vino. Fue en un saque de banda, lo que haría las delicias de Benito Floro. Cristiano hizo la pared con Isco y el malagueño la puso al área con la precisión de un neurocirujano. Allí estaba Morata, agazapado en el segundo palo, para cabecear a la red tras el error de David López en la marca.

El gol alivió al Madrid y dio un respiro al Bernabéu, pero el juego siguió languideciendo hasta el descanso. Los de Zidane ganaban por oficio y por incercia. Sólo Kovacic parecía ponerle adrenalina a un duelo que parecía bajo control para el líder. Insisto: parecía.

Una falta de Cristiano a la barrera y un disparo de Kroos al limbo fueron los dos primeros avisos del Madrid en la reanudación. Pero el partido seguía teniendo un dominio lento y demasiado confiado de los madridistas. Como Zidane no se fiaba un pelo del 1-0 metió al campo a Casemiro a falta de media hora. Salía Kovacic, vaciado y con el ojo a la funerala. El Bernabéu se rendía a su soldado universal.

Welcome Gareth

Hernán Pérez hizo lucirse a Kiko Casilla con un disparo que el meta del Madrid rechazó a córner. Había tardado una hora en mancharse los guantes. La ocasión picó al Madrid, que cambió de marcha y volvió a encerrar a los pericos en la jaula. Diop se puso furioso y se llevó por delante a Casemiro, aunque esta vez no le lesionó como en Cornellá.

Cristiano desperdició el segundo en el 68 después de un gran centro de Morata. Y en el 70, con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, entró al campo Gareth Bale. Suplió a Morata, porque Zidane no terminaba de fiarse del 1-0 y el Bernabéu respondió al galés como si saliera al escenario Madonna… en tanga.

Pero pasaban los minutos y el Madrid no terminaba de cerrar el partido. Nacho cayó lesionado en los minutos finales del partido y le sustituyó Marcelo. Pero entonces apareció Míster Gareth Bale para destrozar al Espanyol a campo abierto. Recibió el pase de Isco y empezó a trotar con su zancada de pura sangre. Bale se plantó  en el área y se la coló por la izquierda a Diego López. Sí, definitivamente, Bale is back.

Lo último en Deportes

Últimas noticias