Un Real Madrid de traca
Le guste o no a Zidane, este Real Madrid necesita una limpia. Y de las gordas. En Mestalla volvió a ser un equipo de traca. Sin portero –Keylor demostró que es mil veces peor que Courtois–, con una defensa blandita, un mediocampo intrascendente y una delantera invisible. El Valencia, sin hacer nada del otro mundo, ganó 2-0 a los blancos, que que apenas crearon una sola ocasión en todo el partido y demostraron que hace tiempo que se han borrado de esta temporada. Puede que desde agosto.
Se puso serio Zidane para el duelo de Mestalla y apostó por un equipo de pesos pesados. ¿Isco o Bale? Pues ninguno. Como Solari antes que él Zizou eligió a Lucas Vázquez, quizá porque Lucas trabaja más que el negro de Pedro Sánchez o quizá porque ni Isco ni Bale están preparados para grandes batallas. Son ahora futbolistas en la reserva. Asensio era el otro elegido para escoltar a Benzema. Enfrente estaba un Valencia enrachado y exigido que llevaba sin perder desde tiempos inmemoriales.
El partido arrancó con un Valencia intenso y un Real Madrid tranquilo pero preciso. La presencia de Kroos y Modric pausaba los ataques del equipo de Zidane y obligaba a los chicos de Marcelino a perseguir sombras en el mediocampo. Asensio y Lucas trataban de percutir por los costados pero sus incursiones eran pellizcos de monja. Y así nos fumamos un cuarto de hora sin apenas ver las áreas ni por televisión.
Ni a los 20 las viéramos tampoco. Chupábamos centro del campo con el ahínco de quien chupa un polo en Sevilla a 40 grados. Mucha presión, muchas pérdidas y ni una sola ocasión. Un disparo lejano de Kroos en el 22 que paró sin inmutarse Neto fue el primer tiro a puerta del partido.
El Valencia, primer tiro, primer gol
Volvió a caerse el partido hasta pasar la media hora cuando el Valencia forzó un córner en el que reclamó un penalti por mano imaginaria de Ramos. El VAR ratificó al colegiado y los locales botaron el saque de esquina. Keylor atacó la pelota y despejó flojo y mal de puños, la pelota le cayó a Guedes, que controló, se metió al área grande y su disparo hizo inútil la estirada de Navas y su floja mano para intentar sin éxito despejar.
El tanto espoleó al Valencia y desinfló el ánimo de un Real Madrid, que se salió de golpe del partido. Mestalla ni rugía. Y con los de Marcelino desatados en busca del segundo y los de Zidane tocados y un poco cabizbajos –a lo mejor es porque viene la declaración de la Renta– sobrevino el descanso.
En reanudación salió fuerte el Real Madrid a lo VOX: todo por la derecha. Odriozola se animó para echar un cable a Lucas y por ahí asomarse al área de Neto. Los de Zidane pusieron una marcha más, pero también se quedaron como una modelo brasileña de tangas: con la retaguardia un poco al aire. Y en una de esas contras tuvo el Valencia el 0-2. Se equivocó Carlos Soler, que quiso marcar en lugar de asistir a Gameiro y se topó con Keylor, que la sacó con el culo y evitó in extremis la sotana.
Respondió el Real Madrid con un tímido disparo de Marcelo (que sigue irreconocible y redondo) que atajó Neto en dos tiempos. Luego Rodrigo volvió a avisar al finalizar una contra con un tiro cruzado que se marchó a la derecha de Keylor. Zidane hizo entonces dos cambios de golpe: fuera Kroos y Asensio, dentro Isco y Bale.
Aprieta el Madrid
Los blancos fueron ganando terreno metro a metro y encerraron al Valencia en su área. Los locales tuvieron latifundios a la espalda de la zaga del Real Madrid, que desperdiciaron en el 73 en una contra con una ventaja de cinco a uno. Mal conducida y peor rematada.
Mariano por Lucas fue el último intento de Zidane por buscar un empate que parecía imposible. El Real Madrid cercó el área del Valencia hasta el final, pero fueron ataques con el corazón y no con los pies. A Garay le dio tiempo incluso a marcar el segundo, otra vez a la salida de un córner, otra vez ante un Keylor que sale menos que un seminarista. A pesar del gol postrero de Benzema, que no sirvió para nada, el Real Madrid sumó otra derrota más, la enésima, en una Liga que va camino de rubricar como la peor de los últimos 30 años.