Keylor es un puntazo

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Benzema marcó para el Real Madrid en la primera mitad (Foto: Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Demasiado corazón. El derbi tuvo emoción, coraje, agresividad, intensidad, incertidumbre, faltas, protestas, carreras, pero fútbol, lo que se dice fútbol, poco o casi nada. El Madrid cumplió pronto el objetivo de Benítez (marcar primero) y se dedicó a exhibir su músculo defensivo en lugar de jugar. El Atlético encontró el premio a su insistencia casi al final del encuentro y los blancos, que ya se veían líderes, salvaron un punto porque tienen lo que les faltó el año pasado: un señor portero.

Entre la prescripción médica y la convicción personal, a Benítez se la habían puesto como a Fernando VII para meter a Casemiro por el convaleciente Bale y convertir el mediocampo del Madrid en un encierro de sanfermines: plagado de gente dispuesta a correr en muy poco espacio. Simeone, a falta de Koke, tiraba de sus dos Torres, el joven y el viejo, para buscar una conexión sagrada con la parroquia del Calderón.

Eran dos equipos blindados por el centro que hacían presumir un derbi con más espadas que rosas. Iba a ser un partido cerrado. Ja. El duelo empezó desatado, como un concierto de Lady Gaga, sin pausa para tomar aire. El Atlético desató las hostilidades con un tiro de Correa dentro del área que se marchó fuera. Luego Keylor se hizo un nudo con la pelota en los pies y a Benítez casi le da un síncope.

El Madrid tenía la pelota y el Atlético el vértigo. Entonces emergió la figura de Carvajal, que se disfrazó de caballo de Atila por la banda derecha. Su primer centro lo sacó Godín en el área pequeña, pero la segunda vez que se subió a la moto iba a ser mortal para los rojiblancos. Adelantó con un autopase brutal a Filipe Luis, que parecía una de esas viejecitas de pueblo que se sientan en la puerta de las casas a ver pasar los coches.

Carva le había reventado. El madridista progresó y puso un centro majestuoso al centro del área rojiblanca. Por allí la esperaba Cristiano, marcado por Godín por delante y Jiménez por detrás, pero la pelota la atacó Benzema en un vuelo en solitario hacia la gloria. El francés impactó un testarazo puede que aposta que se coló por la escuadra derecha de Oblak. Era el minuto 8 y se adelantaba el Real Madrid. A Benítez sólo le faltaba el puro para sentirse como Hannibal Smith cuando decía aquello de “me encanta que los planes salgan bien».

El gol dejó tocado al Atlético, de cuyas filas emergió Correa, un chico con una enorme pinta de pelotero al que se le compara con el Kun y en realidad se parece a Tévez. Tuvo dos maniobras individuales de potrero para empatar el derbi, primero en el 10 y luego en el 14, pero no atinó con la meta de Keylor.

Dominaba el Madrid, con Kroos y Modric encantados de tener un escudero como Casemiro detrás. Era un dominio posicional y de posesión, sin correr riesgos. Pintaba el derbi en blanco hasta que a Ramos le dio por darle un poco de emoción. O un mucho. El capitán perdió un balón tonto en el centro del campo y provocó una contra mortal del Atlético. Ramos corrió y corrió y corrió, hasta que llegó a la frontal y se la quitó a Fernando Torres conjurando el peligro. Pero entonces se le escapó el control de la pelota y se la regaló a Tiago. Sergio intentó tirarse al resbalillo para restañar el error y acabó llevándose puesto al portugués. Penalti como un piano. De cola.

Superman Keylor

Se mascaba el empate. Griezmann cogió carrerilla y le pegó secó y escorado a la izquierda de Keylor Navas. El tico voló, se estiró y despejó la pelota. Fue un paradón antológico, una parada de esas que le hacen a uno sentirse superman sin capa. Fue una acción de un portero en la plenitud de su carrera y de su confianza.

El Atlético acusó el fallo del penalti más que el gol del Madrid y el derbi empezó a convertirse en una guerra de guerrillas con el permiso de Undiano, un árbitro que un día fue bueno y ahora sólo es mayor. Hasta el descanso todo fueron buenas noticias para el Madrid de Benítez, menos la lesión de Carvajal, que tuvo que ser sustituido por Arbeloa.

Comenzó la segunda parte con más ida y vuelta de la que le hubiera gustado a Benítez. Otra vez aparecía Correa para hacer diabluras entre líneas y el Madrid, con espacios por delante para correr, empezaba a echar de menos a Bale. A los blancos apenas les duraba el balón y los del Cholo empujaban de lo lindo.

Casemiro achicaba agua a dos pies, pero al Madrid no dejaban de salirle grietas. Simeone le hizo un favor a Benítez al sacar del campo a Correa, que estaba siendo un dolor de cabeza para la zaga madridista. Tuvo que ser el brasileño quien sacara un balón bajo palos de Torres que se iba para adentro.

A los 63 minutos, el Cholo agotaba los cambios al sacar a Jackson por Fernando Torres. También metía Benítez a Bale en busca del contragolpe perdido, pero al Madrid le duraba la pelota lo mismo que la camiseta a Mario Casas en una serie: nada y menos.

Corría el reloj (a velocidad de Bolt para el Cholo y a ritmo de Pitingo para Benítez) y los porteros seguían sin ensuciarse mucho los guantes. El técnico madridista se dio cuenta de que su equipo no tenía la pelota y sacó a Kovavic por Benzema para volver a tener equilibrio en el centro del campo.

El regalo de Arbeloa

De vez en cuando, caía alguna ocasión asilada, como un cabezazo picado de Vietto a falta de diez minutos para el final, que se fue a la izquierda de Keylor. Pero entonces Arbeloa cometió uno de sus últimos errores con la camiseta del Madrid. Perdió un balón tonto en el centro del campo, pero en lugar de hacer lo que ha hecho mejor en su carrera (la falta táctica), le dio por retroceder, como si tuviera el físico de un veinteañero para arreglarlo.

Su gesto demacrado de impotencia, cabeceando como un maratoniano mientras perseguía las zancadas de Jackson como un cono con pies, recordó a aquella dantesca carrera de Raúl González adelantado por un linier (ver youtube). Obviamente, Arbeloa llegó tarde. Jackson centró, Griezmann remató mal ante Keylor y la pelota llegó a Vietto, que estaba solo para empujarla en el segundo palo.

Era justo el empate y aún pudo ganar el Atlético si no llega a ser por una milagrosa mano de Navas a un durísimo disparo de Jackson desde la frontal del área. El ‘tico’ salvaba un punto de oro, porque Keylor es un puntazo.

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