Tour de Francia: Etapa 4

Cavendish renace con una victoria en el Tour cinco años después

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Mark Cavendish se impuso en la llegada en Fougeres. (AFP)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

No hace ni un año, Mark Cavendish era un ciclista casi retirado. Con 35 años, nadie quería saber nada del sprinter más laureado de todos los tiempos. Una mononucleosis infecciosa diagnosticada a principios de 2017 había arrebatado al pelotón un velocista que ganaba dónde y cuándo quería. Se convirtió en un corredor que había perdido toda la confianza de antaño y hasta le había cogido miedo a las caídas en los sprints. «No valía para nada», reconocían antiguos técnicos.

Corrieron ríos de tinta en los tabloídes británicos –donde antaño era un Dios– acusándole de acomodado, cobarde y de muchas más cosas desagradables. Cuando iba a colgar la bicicleta, Cavendish recibió una llamada de un viejo amigo que lo rescató de los infiernos. Se trataba de Patrick Lefevere, uno de los mánager más exitosos de la historia del ciclismo y con el que había coincidido años atrás en el Deceuninck-Quick Step. El dirigente belga le pidió que se pusiese en sus manos y que intentarían hacer una temporada de despedida como merecía. De cobrar millones de euros, el británico firmó un contrato por el mínimo profesional para la temporada 2021.

Cavendish compitió al principio de temporada en las peores carreras del calendario, las sobras y poco a poco fue cosechando buenos resultados, aunque la victoria se le resistiese hasta el mes de abril. Fue en el Tour de Turquía, donde el británico abrió la veda y ganó hasta cuatro etapas para alcanzar los 150 triunfos como profesional. Cav había recuperado la confianza para sprintar y la velocidad de antaño se mantenía intacta. Tocaba probarse con los mejores.

Lefevere le quiso probar en la Vuelta a Andalucía y, tras tres etapas de montaña, terminó abandonando. «No puedo llevarle al Tour por mucho que insistáis. Es muy duro para él», dijo entonces el dueño del Deceuninck. La oportunidad, sin embargo, se presentó en forma de renuncia en el equipo belga. El mejor sprinter del último Tour –Sam Bennett– decidió borrarse de la ronda francesa por unos dolores de rodilla que le han llevado a una suspensión de empleo y sueldo al saberse que eran un cuento y que su pretensión era no renovar su contrato con el equipo.

Cavendish entró de rondón y a última hora en el equipo del Tour, aunque no tenía ninguna expectativa de triunfo. «Viene a disfrutar, pero nosotros no le vamos a presionar para que haga nada», dijo Lefevere. En la primera llegada al sprint con relativa normalidad, sin caídas ni carnicerías entre favoritos, el británico respondió a la confianza depositada en él con un triunfo ante los sprinters que hace un año le arrancaban las pegatinas.

Su llanto en la meta, con medio pelotón abrazado a él, nos hablan del renacer de un ciclista que empieza a mirar a los ojos a uno de los récords que parecían imbatibles en el ciclismo mundial: las 34 victorias en el Tour de Francia de Eddy Merckx. Cavendish suma 31 y se puede permitir soñar con ello esta temporada… o quizá la siguiente. El sprinter más grande de todos los tiempos, después de estar años deprimido y pensando en retirarse, ha encontrado en Deceuninck una segunda juventud que puede convertirle en una leyenda todavía más grande.

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