Impactante descubrimiento en el Everest: hacen un descubrimiento que ha provocado conmoción mundial


Durante casi un siglo, el destino de Andrew «Sandy» Irvine ha sido un gran misterio. Su desaparición junto a George Mallory en 1924, durante un intento por alcanzar la zima del Everest, dio pie a búsquedas exhaustivas e inumerables teorías. Aunque el cuerpo de Mallory fue hallado en 1999, el paradero de Irvine, quien posiblemente llevaba consigo la clave definitiva para resolver si la pareja logró hacer cumbre (una cámara Kodak Vest Pocket), permanecía desconocido. Ahora, nuevos hallazgos han reavivado la esperanza: un equipo de exploradores afirma haber encontrado una bota que, muy probablemente, perteneció a Irvine, junto con restos humanos aún por identificar.
Este hallazgo, registrado por el alpinista y cineasta Jimmy Chin y su equipo, ha abierto una nueva ventana al pasado, y con ella, la posibilidad de resolver uno de los mayores enigmas del Himalaya. El descubrimiento no sólo ha emocionado a la familia de Irvine, sino que también ha renovado el interés internacional por una historia que entrelaza valentía, tragedia y la eterna pregunta sobre si Mallory e Irvine fueron, en realidad, los primeros en conquistar el techo del mundo antes que Edmund Hillary y Tenzing Norgay en 1953.
El gran hallazgo en el Everest
Tras el hallazgo, Jimmy Chin se puso en contacto con Julie Summers, sobrina nieta de Irvine y autora de una biografía publicada en 2001 sobre su antepasado. Summers ha dedicado gran parte de su vida a defender el legado de Irvine y, al conocer la noticia, expresó una mezcla de alivio y emoción. Para ella, el hallazgo representa algo más que un objeto físico: «Es una parte de él. Cuenta una historia completa sobre lo que posiblemente sucedió». Su familia ya ha ofrecido muestras de ADN para cotejarlas con los restos y confirmar su identidad.
El descubrimiento le recordó a Summers lo que sintió en 1999, cuando se encontró el cuerpo de Mallory. En esa ocasión, fue el escalador Conrad Anker quien halló los restos del legendario alpinista británico, como parte de la Expedición de Investigación Mallory e Irvine. El análisis del cuerpo reveló marcas profundas en la cintura, posiblemente producidas por una cuerda, lo que sugiere que Mallory e Irvine estaban atados al momento de su caída. Mallory tenía una pierna gravemente fracturada y la otra en aparente buen estado, lo que lleva a pensar que no murió de inmediato.
Llevaba sus gafas de nieve en el bolsillo, un detalle que apuntaría a una caída durante la noche, mientras descendían. Curiosamente, la fotografía de su esposa (que había prometido dejar en la cima si alcanzaban su objetivo) no se halló entre sus pertenencias.
Muchos expertos creen que encontrar el cuerpo de Irvine podría arrojar luz sobre muchos interrogantes, ya que él era quien llevaba la famosa cámara Kodak. Si ésta aún existiera y la película se pudiera revelar, podría ofrecer la única evidencia visual de su hazaña. Por eso, desde hace décadas, la búsqueda de los restos de Irvine ha adquirido una gran importancia, comparándose en algunos círculos con las búsquedas de figuras como Amelia Earhart.
Días antes de hallar la bota, Chin y su equipo estaban descendiendo por el glaciar Central Rongbuk cuando encontraron otro objeto que llamó su atención: una vieja botella de oxígeno, marcada con la fecha de 1933. Aunque en apariencia ajena a la desaparición de Mallory e Irvine, dio lugar a nuevas hipótesis.
La expedición británica de 1933 (nueve años después de la desaparición de Irvine) también intentó escalar el Everest, sin éxito. Durante aquella expedición, los montañistas encontraron un piolet que perteneció a Irvine, en una zona más baja de donde apareció Mallory. La presencia de la botella despertó una teoría entre el equipo de Chin: si un objeto podía deslizarse por la montaña, ¿por qué no también un cuerpo?
Esta idea llevó a Chin a sugerir que el cuerpo de Irvine podría estar relativamente cerca. Señaló una zona del glaciar hacia la montaña donde, según sus cálculos, podría haber acabado. Así comenzaron a explorar, cuidadosamente, los pliegues y grietas del glaciar. Fue Erich Roepke, uno de los miembros del equipo, quien detectó algo fuera de lugar. Lo que encontraron fue una bota emergiendo del hielo, como si el deshielo reciente la hubiera revelado tras décadas oculta.
Poco después de encontrar la bota, Chin y su equipo observaron cuervos merodeando la zona, un indicio perturbador. Chin contactó a la Asociación de Montañismo China-Tíbet (CTMA), encargada del lado norte del Everest, para solicitar permiso para mover los restos. Con autorización, Chin colocó la bota (con un pie humano dentro) en una hielera y la entregó a la CTMA. También tomaron una muestra de ADN para colaborar con el consulado británico en la identificación.
Si se confirma que los restos pertenecen a Sandy Irvine, se estaría cerrando una de las historias más duraderas y cautivadoras del Everest. Pero también se abriría otra puerta: la de la verdad sobre si fueron ellos, y no Hillary y Norgay, quienes conquistaron primero la cima del mundo.
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