Los científicos no quitan ojo: sugieren que el hielo de Marte podría conservar vida de hace 50 millones de años
Durante décadas, la comunidad científica ha observado el hielo de Marte como una pista fundamental para entender si alguna vez existió vida en el planeta rojo. Su vasta superficie helada ha despertado interrogantes sobre si podría actuar como un escudo natural, capaz de proteger compuestos orgánicos del bombardeo constante de radiación cósmica.
Ahora, un grupo de investigadores ha llevado a cabo experimentos de laboratorio que imitan las condiciones marcianas. Sus conclusiones apuntan a que las bajas temperaturas y la pureza del hielo podrían haber permitido la conservación de restos biológicos durante un periodo mucho más largo de lo que se creía posible.
¿Por qué creen que el hielo de Marte podría conservar vida desde hace 50 millones de años?
El estudio, publicado en la revista Astrobiology, revela que los aminoácidos (moléculas esenciales para la vida) pueden resistir la radiación cósmica durante más de 50 millones de años si se encuentran atrapados en hielo puro. Esta cifra supera con creces la antigüedad de muchos de los depósitos superficiales actuales en Marte.
Los experimentos se realizaron utilizando bacterias E. coli mezcladas con agua pura y congeladas a unos -60 grados Fahrenheit, una temperatura semejante a la del subsuelo marciano. Las muestras se expusieron a radiación equivalente a millones de años de exposición cósmica.
El resultado fue revelador: más del 10% de los aminoácidos se mantuvo intacto. Christopher House, investigador de la Universidad Estatal de Pensilvania, explicó que este hallazgo demuestra que «si existen bacterias cerca de la superficie de Marte, las futuras misiones podrían detectarlas».
Radiación y materia orgánica: un equilibrio delicado para estudiar el hielo de Marte
El equipo, liderado por Alexander Pavlov del Centro Goddard de la NASA, analizó cómo la radiación afecta a las moléculas orgánicas en distintos entornos. Descubrieron que el hielo de Marte actúa como un aislante natural, bloqueando las partículas dañinas antes de que estas puedan destruir los compuestos biológicos.
Cuando la radiación incide sobre hielo mezclado con minerales, se generan radicales reactivos que se desplazan con facilidad y degradan los aminoácidos. En cambio, en el hielo sólido, esos radicales quedan inmovilizados, lo que reduce significativamente el daño.
Pavlov explicó: «Mientras permanecen en hielo sólido, las partículas nocivas creadas por la radiación se congelan en su lugar y no pueden alcanzar los compuestos orgánicos».
Por tanto, los lugares con hielo puro o permafrost dominado por hielo se presentan como los escenarios más prometedores para buscar restos biológicos en Marte.
Temperatura, agua y protección
La temperatura se confirmó como un factor clave. Al repetir los experimentos a condiciones más cálidas, similares a las marcianas actuales, los aminoácidos se degradaron con mayor rapidez. Cuanto más calor, más móviles se vuelven los oxidantes generados por la radiación, lo que acelera la descomposición de las moléculas orgánicas.
La cantidad de agua también influye. Investigaciones anteriores sugerían que más agua significaba más destrucción, pero el nuevo estudio matiza esa idea.
En hielo puro, los radicales formados apenas pueden moverse, mientras que en mezclas con minerales y pequeñas películas de agua líquida, estos se desplazan con facilidad y destruyen los compuestos.
Así, el hielo de Marte, a pesar de su exposición a la radiación, sigue siendo un mejor protector a largo plazo que las mezclas de roca o arcilla húmeda.
Lecciones para otros mundos helados y futuras misiones
Los investigadores extendieron sus pruebas a condiciones parecidas a las de Europa (luna de Júpiter) y Encélado (luna de Saturno). En estos entornos más fríos, los aminoácidos mostraron una degradación mucho más lenta, lo que refuerza la idea de que los mundos helados pueden conservar rastros de vida durante escalas de tiempo inmensas.
Estos resultados respaldan el propósito de la misión Europa Clipper de la NASA, destinada a estudiar la superficie y el océano subterráneo de esa luna joviana. Su objetivo es identificar zonas con potencial para preservar compuestos biológicos.
Para concluir, cabe destacar que Marte sigue siendo un planeta geológicamente activo. Sus capas de hielo se mueven, derriten y reforman con el paso de los milenios, impulsadas por los cambios de inclinación del planeta.
Algunos de estos depósitos tienen apenas unos pocos millones de años, lo que significa que los rastros biológicos preservados podrían encontrarse relativamente cerca de la superficie.
El aterrizador Phoenix de la NASA ya excavó hielo marciano en 2008. Sin embargo, las próximas misiones necesitarán herramientas más potentes, capaces de perforar a mayor profundidad y extraer muestras protegidas de la radiación cósmica.
House señaló que «existe una gran cantidad de hielo bajo la superficie marciana, pero acceder a él requerirá instrumentos más robustos».