La ciencia lo dice: el castigo físico y pegar a los niños no es efectivo

En todo el mundo, 250 millones de niños son sometidos regularmente a castigos físicos por parte de sus padres. Una práctica que debe evitarse absolutamente ya que es ineficaz y muy perturbadora para el comportamiento del niño, algo que ya de por sí sabemos pero que además ha demostrado ahora un nuevo estudio. Esto es lo que dice la ciencia sobre lo poco eficaz que es el castigo físico o pegar a los niños.

La ciencia lo dice: el castigo físico y pegar a los niños no es efectivo

Un estudio desarrollado por un equipo internacional de investigadores de la Universidad de Texas (Austin) encontró evidencia de que el castigo físico infligido a los niños por los padres es inútil. Estos no serían efectivos para prevenir los problemas de comportamiento de los niños o promover resultados positivos y, de hecho, amplificarían los problemas de comportamiento y otros resultados negativos a largo plazo.

Los datos mostraron que el 63% de los niños de entre 2 y 4 años en todo el mundo , o aproximadamente 250 millones de niños , son sometidos regularmente a castigos físicos por parte de sus cuidadores.

El castigo físico de los niños no es eficaz

En muchas partes del mundo, los padres utilizan el castigo físico como respuesta a la mala conducta percibida por los niños. Lo que surge de la investigación científica es que estos castigos deben evitarse por completo, ya que son ineficaces y muy perturbadores para el comportamiento del niño.

La práctica de infligir castigos corporales a los niños ha sido prohibida hasta la fecha en 62 países de todo el mundo. El estudio en cuestión analizó los castigos físicos como los azotes en las nalgas y descartó cualquier otro comportamiento que pudiera constituir abuso físico infantil .

En ese sentido, el equipo de académicos encontró mucha evidencia para respaldar una declaración de la ONU del Comité de los Derechos del Niño que recomendaba a los países que pusieran fin al uso de todo tipo de castigo físico en los niños.

La autora principal de la investigación Elizabeth Gershoff , profesora Amy Johnson McLaughlin de Desarrollo Humano y Ciencias de la Familia en la Universidad de Texas, ha declarado:

«No hay evidencia de que el castigo físico sea ​​bueno para los niños. Toda la evidencia indica que el castigo físico es perjudicial para el desarrollo y el bienestar de los niños.»

Analizó 69 estudios en todo el mundo sobre el castigo infligido a los niños

Entre los 69 estudios revisados , los científicos encontraron que los azotes no se asociaron con ningún resultado positivo para los niños y, a la inversa, aumentaron el riesgo de que los niños experimentaran violencia severa.

Los resultados subrayan que los resultados negativos, como los problemas de conducta en los niños asociados con el castigo físico recibido, ocurrieron independientemente de factores como:

• sexo del niño;
• raza o etnia;
• estilos generales de crianza.

Los autores también encontraron otra evidencia que muestra que la magnitud de los resultados negativos para los niños aumentaba cuanto más frecuentemente se usaba el castigo físico. La profesora Gershoff dijo:

«Los padres golpean a sus hijos porque creen que hacerlo mejorará su comportamiento. Desafortunadamente para los padres que han infligido castigos a sus hijos, nuestra investigación ha encontrado evidencia clara y completa de que tales acciones físicas incorrectas no mejoran el comportamiento de los niños y, en cambio, lo empeoran.»

Anja Heilmann , también autora del artículo y profesora asociada del University College London, señaló:

«Este es un problema de salud pública. Dada la solidez de la evidencia de que el castigo físico tiene el potencial de causar daño a los niños, los legisladores tienen la responsabilidad de proteger a los niños y legislar para poner fin al uso del castigo físico en todos los contextos».

Lo que los académicos recomiendan a los padres y a los poderosos en el mundo político e institucional es proteger a los pequeños de ese castigo y detener cualquier forma de castigo infligido a los niños lo antes posible.