
Un estudio publicado en la revista Preventive Medicine demuestra que una mayor adherencia a un estilo de vida activo -realizar actividad física de forma regular y disminuir el sedentarismo- puede reducir casi a la mitad el riesgo de desarrollar cánceres vinculados a la obesidad. Estos cánceres incluyen el adenocarcinoma de esófago, el de mama posmenopáusico, los de colon y recto, útero, estómago, riñón, hígado, vías biliares, ovario, páncreas, tiroides, meningioma y mieloma múltiple.
Un reciente estudio liderado por investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) encendió las alarmas en el mundo médico: incluso las personas que parecen saludables, con peso normal y sin síntomas, pueden tener grasa oculta que daña sus arterias. La investigación reveló que la grasa escondida —especialmente la grasa visceral, que se acumula en torno a los órganos internos, y la grasa hepática— se asocia con signos tempranos de deterioro arterial. Lo más inquietante es que estos cambios se detectan en individuos sin obesidad visible ni enfermedad cardiovascular diagnosticada.
La comida 'basura', alta en grasas, altera los circuitos de la memoria cerebral casi de inmediato. En tan sólo cuatro días, las neuronas del hipocampo se vuelven hiperactivas, lo que afecta a la memoria. Restablecer la glucosa puede paliar estos efectos, lo que demuestra que intervenciones como el ayuno o los cambios en la dieta pueden restaurar la salud cerebral. Esto podría ayudar a prevenir la demencia relacionada con la obesidad y la enfermedad de Alzheimer.
Un estudio presentado en el congreso europeo de oncología (ESMO 2025) sugiere que las vacunas de ARNm contra la COVID-19 no solo protegen frente al virus, sino que podrían «despertar» las defensas del organismo para mejorar la eficacia de las inmunoterapias en pacientes con cáncer. En una revisión retrospectiva de pacientes con cáncer de pulmón avanzado y melanoma, quienes recibieron una vacuna ARNm en las proximidades del inicio de tratamiento inmunoterápico mostraron una supervivencia notablemente mayor que quienes no la recibieron.
Cada vez más los españoles incorporan a su rutina el hábito de preparar su cuerpo para los cambios de estación. Y es que uno de cada cuatro ya consume suplementos alimenticios con el objetivo de poner a punto su sistema inmune, una tendencia en auge que marca un cambio en la manera de entender el bienestar. En este cambio de hábitos, la vitamina C ocupa un lugar protagonista. No sólo porque contribuye al funcionamiento normal del sistema inmune, sino porque incluso se ha demostrado que puede acortar hasta en un 8% la duración de las molestias respiratorias.