Fiebre, tos y falta de aire: cómo reconocer a tiempo una posible neumonía
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La neumonía continúa siendo un reto para la salud respiratoria, especialmente en épocas frías y en colectivos vulnerables. Aunque puede comenzar como un catarro más, su evolución puede volverse grave si no se detecta a tiempo. Desde el Hospital Universitario La Luz, la Dra. Helena Fernández-Galiano Poyo, especialista en Medicina de Familia, recuerda que el principal riesgo está en pasar por alto los síntomas iniciales y retrasar la consulta médica.
Como advierte la especialista, es fundamental “identificar los síntomas de alarma para iniciar el tratamiento cuanto antes y evitar complicaciones graves como insuficiencia respiratoria aguda o sepsis”.
Los primeros indicios: cuándo sospechar que ya no es solo un resfriado
Aunque la neumonía puede debutar con señales similares a otras infecciones respiratorias –tos, malestar, cansancio–, suele acompañarse de otros síntomas que deben hacer saltar las alarmas: fiebre persistente, dolor en el pecho o sensación de ahogo. La doctora insiste en que “cuando estos síntomas se acompañan de fiebre alta, dificultad respiratoria o palpitaciones, es importante acudir al servicio de Urgencias”.
En personas mayores, el cuadro puede presentarse de manera menos evidente. La confusión, la apatía o los cambios en el estado mental pueden ser algunas de las manifestaciones más precoces, lo que a menudo retrasa el diagnóstico si no se sospecha a tiempo.
Cómo se confirma el diagnóstico en consulta
Identificar una posible neumonía requiere una valoración clínica ordenada. La Dra. Fernández-Galiano explica que “la clave está en una anamnesis completa, una exploración física detallada y, si es necesario, la realización de pruebas complementarias”.
Para orientar el diagnóstico, el equipo médico evalúa constantes vitales, ausculta el tórax y analiza la evolución de los síntomas. Dependiendo del caso, pueden solicitarse análisis de sangre o una radiografía que permita precisar si existe infección en el tejido pulmonar.
“Una historia clínica dirigida y la experiencia del equipo médico permiten una valoración rápida y certera, crucial para iniciar el tratamiento adecuado”, aclara la Dra. Fernández-Galiano.
Cómo reducir el riesgo: las claves de prevención
Buena parte de los casos graves pueden evitarse con medidas preventivas sencillas. La doctora recuerda que la protección más eficaz “pasa por la vacunación –neumococo, gripe y COVID-19–, la higiene respiratoria y de manos, y por evitar el consumo de tabaco”.
A esto se suman otros factores que fortalecen la respuesta inmunitaria: controlar enfermedades crónicas, mantener una alimentación equilibrada y reducir la exposición a contaminantes ambientales.
Cuándo pedir ayuda sin esperar más
La especialista es clara al respecto: “Cuando la tos se acompaña de dificultad para respirar, o de fiebre alta y persiste más de dos o tres días, acudir al médico es fundamental, especialmente en las personas con mayor riesgo”.
Con un tratamiento adecuado y una intervención temprana, la recuperación suele ser favorable y sin secuelas. Por ello, la Dra. Fernández-Galiano subraya que “la prevención y la vacunación siguen siendo nuestras mejores aliadas para proteger la salud respiratoria”.
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