¿Prohibido pararse frente a la Fontana di Trevi?
El turismo es el motor de la economía de numerosas ciudades, pero tiene tantos beneficios como inconvenientes. Los vecinos de dichos lugares están empezando a cansarse de tanto visitante, lo que ha provocado que las administraciones públicas se hayan visto obligadas a tomar cartas en el asunto para tratar de que el turismo no sea tan invasivo con la vida cotidiana. En Italia es habitual leer noticias sobre las limitaciones que diversas ciudades intentan imponer a sus turistas. Por ejemplo, la alcaldesa de Roma ha anunciado recientemente que está estudiando organizar un recorrido obligatorio para los turistas en la Fontana di Trevi con el objetivo de que nadie se pare frente a ella.
La Fontana di Trevi es uno de los lugares por excelencia en Roma y son cientos los turistas que cada día se acercan a contemplarla con sus propios ojos. Y no sólo eso, también aprovechan para refrescarse después de una larga jornada de turismo dándose un baño o metiendo los pies en el agua, así como para hacer una parada en sus inmediaciones para comer. En los últimos tiempos la policía romana ha incrementado el número de efectivos en la zona para tratar de evitar estos comportamientos, sobre todo ahora que la Fontana di Trevi acaba de ser restaurada hace apenas dos años. Y ahora parece que las medidas irán a más con esta posible regulación del tráfico de turistas en el monumento.
Venecia, contra la comida rápida
Venecia es otra de las ciudades italianas que luchan para regular el turismo y preservar la ciudad. Una de las últimas medidas tomadas por su ayuntamiento ha sido la prohibición de la apertura de nuevos establecimientos de comida para llevar o para consumir en la vía pública, aunque no se hará efectiva hasta que sea aprobada por la Región de Véneto. El objetivo es limitar el ejercicio de las actividades incompatibles con la protección y puesta en valor del patrimonio cultural de Venecia y cuenta con algunas excepciones: las heladerías artesanales y los bacari (bares típicos venecianos). Las primeras porque el producto que venden «se vende y se consume por las calles» y los segundos porque «son parte de la tradición culinaria veneciana y tienen que ser protegidos».