El mejor antibiótico para el acné, el más específico
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Un nuevo estudio firmado por expertos de la Universidad de Yale explora cuáles son las mejores opciones para tratar el acné cuando son necesarios los antibióticos, y explica por qué. Es una cuestión importante por dos motivos: El acné afecta prácticamente a todo el mundo en algún momento de su vida (es la octava enfermedad más frecuente en todas las personas; lo tienen el 85% de los adolescentes y adultos jóvenes) pero, además, los dermatólogos son los segundos especialistas que más antibióticos prescriben.
Los efectos del acné, además de estéticos, pueden dejarse sentir en la salud mental. Muchos pacientes experimentan depresión y baja autoestima. Es frecuente que los dermatólogos receten antibióticos tópicos (en crema) y orales para el acné por sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias. No obstante, esto puede afectar al microbioma (el conjunto de bacterias beneficiosas que viven en nuestro organismo), y el empleo excesivo de antibióticos puede acabar haciendo que aumenten las resistencias bacterianas.
Como hay tantos dermatólogos que confían en los antibióticos para tratar el acné, sociedades científicas como la Academia Americana de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés), hacen hincapié en la importancia del uso «guiado» de estos fármacos, que se centra en el empleo de la dosis adecuada, del antibiótico preciso y durante el tiempo necesario. La idea es reducir las resistencias.
Disbiosis: dos años para recuperarse de los daños
Emplear antibióticos de amplio espectro para el acné durante periodos prolongados de tiempo no solamente aumenta las resistencias, sino que además puede tener consecuencias negativas en la piel y el microbioma, causando disbiosis (desequilibrio entre los tipos de bacterias beneficiosas) y aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
Los antibióticos de amplio espectro no distinguen entre bacterias benignas y dañinas, así que las inhiben todas. Por el contrario, los antibióticos de espectro reducido están dirigidos a patógenos específicos, lo que ofrece a las bacterias beneficiosas para nuestro organismo la oportunidad de sobrevivir.
Según Ivan Lomakin, uno de los autores del nuevo trabajo, «cuando los médicos prescriben antibióticos da amplio espectro, que no se limitan a combatir al patógeno, también dañan a las demás bacterias». Para este experto, los datos muestran que incluso si se emplean estos medicamentos en intervalos cortos de tiempo, el microbioma del paciente puede tardar hasta dos años en recuperarse.
Se calcula que tres cuartos de las prescripciones de los dermatólogos son tetraciclinas (antibióticos de amplio espectro). El nuevo estudio analiza los efectos de sareciclina, un derivado de tetraciclina de tercera generación que tiene un espectro de acción reducido frente a la bacteria Cutibacterium acnes, que los especialistas consideran causante principal del acné y la inflamación de la piel.
El autor principal, Christopher Bunick, se propuso estudiar los efectos de este medicamento en el desarrollo de resistencias y cómo se diferencia de otros fármacos de la misma familia. Los resultados se han dado a conocer en la revista científica Nucleic Acids Research. «Es un gran paso en la dirección correcta en cuanto al desarrollo de antibióticos específicos. Si podemos comprender cómo sareciclina evita las resistencias, podremos desarrollar antibióticos aún más dirigidos en el futuro, más seguros que otros fármacos y con riesgo mínimo de resistencias», explica Bunick.
También considera que «es extremadamente importante para los pacientes que los médicos que prescriben estos medicamentos conozcan al detalle cómo funcionan». En sus palabras: «Es relevante considerar que millones de personas en todo el mundo hayan sido tratados por acné con tetraciclinas, a pesar de que no se entienda cómo funcionan en cuanto a su diana clínica. Queremos que nuestro trabajo contribuya a destacar que saber cómo funciona un fármaco es algo esencial».
El trabajo es innovador por dos motivos. El primero es que han visualizado por primera vez la estructura del ribosoma (el mecanismo interior que produce proteínas) de la bacteria C. acnes, y porque desvela que el medicamento estudiado actúa sobre dos dianas -no solamente una- para luchar contra ella.
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