neumología

Cuando el frío se mezcla con la contaminación: esto es lo que le pasa a tus pulmones 

Un informe alerta de que la población española ha disminuido su capacidad de adaptación al frío, lo que incrementa los riesgos respiratorios incluso en condiciones térmicas moderadas

frío pulmones
El aire frío irrita las vías respiratorias y dificulta que los pulmones funcionen bien.

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Con la llegada del invierno, bajan las temperaturas, aumenta la humedad y el aire se vuelve más denso. Estos cambios, que para muchos marcan el inicio de la temporada de resfriados, también afectan de forma directa a los pulmones. El aire frío irrita las vías respiratorias y dificulta que los pulmones funcionen con normalidad, algo que se nota especialmente en personas con asma, bronquitis o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).

En este contexto, el informe Influencia del medioambiente urbano en la salud de las personas, elaborado por el Instituto BIOMA, para la Cátedra Sanitas de Salud y Medioambiente de la Universidad de Navarra, advierte de que la población española presenta actualmente una menor tolerancia a las bajas temperaturas, tras años de adaptación progresiva a condiciones térmicas más suaves. Esto está provocando un aumento de los efectos adversos del frío sobre la salud respiratoria incluso a temperaturas moderadas, especialmente durante el invierno, aunque en otoño ya comienzan a manifestarse.

«El frío reduce la capacidad pulmonar y altera las defensas naturales del aparato respiratorio, lo que facilita la aparición de infecciones como la gripe o la bronquitis. Si a esto se suma la exposición a contaminantes, la inflamación se agrava y los síntomas aparecen antes y con mayor intensidad», explica Alfonso Marco Sanz, jefe de Urgencias del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

Así influye la contaminación en las vías respiratorias

Durante el otoño, la contaminación atmosférica tiende a concentrarse debido a la menor ventilación y a la estabilidad del aire. Las partículas finas (PM₂,₅ y PM₁₀), el dióxido de nitrógeno (NO₂) y el benzo[a]pireno, alcanzan mayores concentraciones en el ambiente por la escasa dispersión de estos contaminantes, lo que agrava la irritación de las vías respiratorias y potencia los efectos del frío. Aunque estos procesos suelen iniciarse en otoño, se intensifican durante el invierno, cuando las inversiones térmicas reducen aún más la renovación del aire. Esta acumulación incrementa la exposición y el riesgo para la salud: según la Agencia Europea de Medio Ambiente, al menos 239 000 muertes en la UE en 2022 fueron atribuibles a la exposición a partículas finas (PM2,5).

«El aire limpio es fundamental no solo para la salud pública, sino también para mitigar el cambio climático. Los principales gases de efecto invernadero son el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O), responsables de retener el calor en la atmósfera y de alterar los patrones meteorológicos. Reducir sus concentraciones requiere impulsar las energías renovables, mejorar la eficiencia energética y promover una movilidad más sostenible», señala Jesús Miguel Santamaría, director del Instituto BIOMA de la Universidad de Navarra.

Ante este panorama, los investigadores de la Cátedra Salud y Medioambiente recomiendan adoptar medidas preventivas que ayuden a proteger los pulmones durante los meses más fríos en entornos urbanos:

Evitar la exposición al aire libre en días de alta contaminación: durante los picos de polución, especialmente en zonas urbanas, es importante limitar el tiempo al aire libre y prestar atención a los grupos más vulnerables (niños, personas mayores y pacientes con enfermedades respiratorias) que presentan una mayor sensibilidad ante la mala calidad del aire.

Proteger las vías respiratorias del aire frío: cubrir nariz y boca con una bufanda o mascarilla ayuda a calentar y humedecer el aire antes de que llegue a los pulmones, reduciendo la irritación.

Utilizar purificadores de aire en interiores: estos dispositivos ayudan a disminuir la presencia de contaminantes en espacios cerrados, como partículas finas (PM2,5) y gases nocivos. Contar con un purificador equipado con filtro HEPA es una medida eficaz para mejorar la calidad del aire en el hogar o el lugar de trabajo.

Ventilar adecuadamente los espacios interiores: renovar el aire interior es importante para mantener una buena calidad ambiental, pero debe hacerse solo cuando los niveles de contaminación exterior sean bajos. En las ciudades, los momentos más adecuados suelen ser las primeras horas de la mañana o durante la noche, cuando el tráfico y la actividad industrial disminuyen.

Mantener al día la vacunación antigripal y antineumocócica: en pacientes con enfermedades respiratorias crónicas, estas vacunas son fundamentales durante los periodos de mayor exposición, ya que forman parte del abordaje preventivo y ayudan a reducir las complicaciones derivadas de infecciones respiratorias.

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