Los vivos, los zombis… y un espectro

Los vivos, los zombis… y un espectro

Cuando se abran las urnas y se sepa quién ha ganado y quién ha perdido en las elecciones de la Comunidad de Madrid se van a repartir likes/unlikes a  algunos de los líderes políticos de los partidos nacionales.

En las comunidades donde los partidos nacionalistas no existen, o convocan pocas preferencias, la disputa entre los partidos nacionales, y aun entre las derechas e izquierdas, es más cruda, más visible, y los resultados más extrapolables. En estas elecciones, la afección de los resultados a sus líderes es muy obvia; por supuesto que los ganadores rápidamente exhibirán su pecho para colgarse la medalla, pero a los perdedores no les va a resultar fácil esconderse y no comparecer para recoger la cuchara de madera.      

Pedro Sánchez, que entre unas cosas y otras lleva ya 3 años en el medio del ruedo, claramente ha mostrado que las principales características de su casta política son el oportunismo y la preeminente voluntad de obtener siempre réditos personales. Ahora bien, en esas egocéntricas taras lleva la virtud, y traen aparejadas una envidiable capacidad para que la cámara le pille siempre del lado bueno y que su ebúrnea figura refracte los errores propios, los del Gobierno y los del partido. Siendo así, de una posible derrota electoral de la izquierda con caída del voto al PSOE, cargará con poca culpa, aunque ese resultado también traería causa de la ineficiente gestión de la pandemia por parte del gobierno de la ganadería social-comunista. Más fácil será que los pitos se los lleve Gabilondo II el serio, que quedará obligado a penar dos añitos más en la Asamblea de Madrid con la sanción accesoria de la negación del indulto en modelo Defensor del Pueblo.

El caso de Pablo Casado es distinto, más bien es opuesto. Desde que llegó a la Presidencia del Partido Popular no hay escándalo presente o pretérito que no le salpique, fracaso que no se le atribuya o ascua que no le tizne. No diré que no se lo merezca, con los políticos podemos hacer cualquier cosa menos compadecerles, pero es innegable que sufre un claro síndrome de Filemón y que en cuanto se escapa una bofetada ahí está el hombre para encajarla. Esa maldición que arrastra actúa en doble vía, y los éxitos electorales o de gestión, que también han tenido en el PP, siempre quedan personalizados en otros actores, con independencia de que fuera Casado quien los escogiera. En definitiva, es presumible que la posible victoria de Ayuso tampoco se contabilice en su haber.

Sí es probable que tengan que penar los líderes de Ciudadanos, no por la aseada faena que ha hecho Edmundo Bal, sino por el rumbo que tomó Inés Arrimadas hace unos meses y que culminó con el Murciagate, que, por cierto, originó esta convocatoria electoral. Ella y otro grupo de políticos de su partido son verdaderos zombis; no lo saben, pero ya son muertos en pena que vagan por el congreso, las asambleas y los ayuntamientos esperando a que las citas electorales les informen de su defunción.

Los cuadros del partido vinieron de la empresa, de profesiones liberales o incluso del alto funcionariado, y la salida de la política les permitirá recuperar profesiones en las que tendrán más ingresos y menos disgustos. En el caso de algunos, como Arrimadas, sus carreras profesionales estaban empezando y ante el reto o la pereza de retomarlas pueden buscar continuidad en la política; siempre hay partidos que pagan traiciones.

Pablo Iglesias, sin embargo, ya se sabe un cadáver político y ha optado por adoptar una figura espectral para no desaparecer del mundo de los vivos, entre otras cosas para no perder su nuevo status social. El ascensor que cogió no es de bajada y no volverá a Vallecas y al salario de profesor de la UCM. Será un espectro al que no me atrevo a poner artículo determinado, ya que no sabemos si se aparecerá en los bolos televisivos con el aire frailuno que adopta en los debates, con el chulesco y retador de las entrevistas o con el faltón y demagogo de los mítines. Aunque si quiere aprovechar la habilidad y rapidez para encamarse donde mejor puede aparecerse es en la Isla de las Tentaciones.   

En fin, de una forma o de otra, los políticos de la new wave que llegaron para dar la vuelta al calcetín vienen con fecha de caducidad. No han mostrado  compromiso con la eficiencia energética y nos obligan a reciclarlos cuando todavía no les hemos sacado provecho y no han devuelto lo que hemos gastado en su implantación.

Tendremos que exigir a Maduro, a los ayatolás, a Roures o a los del Ibex que la nueva versión no nos la envíen con obsolescencia programada.

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