¿Por qué Sánchez no convoca elecciones ya?

Sin posibilidad de contar con Presupuestos Generales (mandato constitucional), con la buchaca común exhausta al haber esparcido su contenido entre sus socios indepedentistas y populistas, con la credibilidad personal y política en mínimos, con la corrupción esparcida por todos los poros familiares, con sus principales colaboradores ante la Justicia más tiesos que un garrote, ¿por qué Sánchez no convoca elecciones para que el pueblo signifique su querer y opinión sobre sus siete años de poder?
¿Cuáles son las razones para que el jefe de Gobierno español sea una rara avis en estas prácticas democráticas en el mundo libre, resultando un déficit que chirría entre sus pares europeos e inquieta a una mayoría de ciudadanos españoles?
Existen varias causas fundamentales por las que se atornilla al banco de la Moncloa, si bien todas ellas tienen un final común: miedo. Sánchez tiene miedo. Y, por una vez, con razón. Por lo general, aquellos gobernantes no ha demostrado precisamente ser una persona valerosa, capaz de enfrentarse cara a cara a las dificultades (Paiporta), lo que no es contradictorio con ponerse al mundo por montera.
El temor fundamental de Pedro Sánchez ante la posibilidad cierta de perder el poder es cambiar el decorado de la Presidencia del Gobierno por una triste habitación judicial delante de un juez. Es consciente, su chulería no es más que una muestra del susto que esa posibilidad produce,
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