No es tiempo para tibios

amnistía

El libro del Apocalipsis fue escrito por Juan el Evangelista a finales del siglo I, durante su destierro en la isla de Patmos. En aquellos tiempos, Roma era gobernada por Domiciano, que fue el primer emperador romano que se declaró dios en vida, exigiendo a sus súbditos que lo adorasen.

Laodicea era una ciudad ubicada al oeste de la Turquía moderna, que albergaba una importante comunidad de creyentes. Su ubicación en las principales rutas comerciales y su afamada producción de tejidos de lana y algodón, la convirtieron en una ciudad muy próspera. Domiciano, al principio, confiscaba las propiedades de los cristianos que se negaban a adorarlo como deidad suprema y, en sus últimos años, los arrestaba, torturaba y ejecutaba.

Por este motivo, a los ricos habitantes de Laodicea parece que les costaba renunciar a su riqueza para mantenerse fieles a Cristo, que es por lo que el ángel del Señor les dice en Apocalipsis: «Puesto que eres tibio y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca».

En tiempos de persecución, no se puede ser tibio. La persecución de Domiciano depuró la primitiva comunidad cristiana, expulsando a los que valoraban más su riqueza que sus creencias, y sirvió para fortalecer el compromiso y la convicción de los que se mantuvieron firmes, convirtiéndose en un testimonio de perseverancia y resistencia ante la intolerancia. Así, el número de cristianos aumentó durante y después de la persecución, gracias a los que no fueron tibios.

Los israelíes, que viven rodeados de países terroristas que los quieren exterminar, fueron atacados salvajemente desde la franja de Gaza el pasado 7 de octubre. Los terroristas de Hamás masacraron a 1.400 personas, hombres, mujeres y niños; violaron a las mujeres delante de sus familiares y luego las torturaron y asesinaron.

A las que estaban embarazadas les rajaron el vientre para sacar el feto y asesinarlo frente a sus madres, a las que también mataron. Quemaron a personas vivas, torturaron a ancianos y niños, robaron todo lo de valor que encontraron y finalmente huyeron a Gaza llevándose secuestrados como rehenes a otras 240 personas, desde bebés con sus madres hasta ancianos. ¿Puede ser tibia la respuesta de Israel? La respuesta es obvia. Si Israel es tibio sus habitantes no sobrevivirán.

Argentina ha vivido décadas sometida, primero al peronismo y más tarde al kichnerismo, que es su versión actual más radicalizada y ladrona si cabe. Con una inflación del 140% anual, ha pasado de ser uno de los países más ricos del mundo a principios del siglo XX, a tener un 40% de pobres y un 10% de indigentes, donde gran parte de la población sobrevive gracias a unos subsidios que los convierten en votantes cautivos, lo que les degrada no sólo económicamente, sino también social y moralmente.

Argentina sufre la presión de todos los países socios del Grupo de Puebla y del Foro de São Paulo, que tratan de hundir a los argentinos en el socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que el comunismo clásico, con maquillaje y financiado por el narcotráfico. En estas circunstancias, los argentinos no podían permitirse ser tibios y han sabido aferrarse al abanderado de la libertad, Javier Milei, que se ha enfrentado con crudeza al kichnerismo, prometiendo reformas radicales que les saquen de la pobreza socialista.

En España tampoco es tiempo para tibios. Tenemos a Pedro Sánchez dando un golpe contra la Constitución, la democracia y el Estado de Derecho. Levantando un muro de mentiras, traiciones, corrupción, compra de votos e incumpliendo sus más importantes promesas electorales, Sánchez pretende impedir el pluralismo político que la Constitución establece como valor superior de nuestra democracia, para que el centroderecha constitucional y democrático no pueda volver a gobernar nunca más.

No caben tibiezas, es el momento de mantener una resistencia pacífica, pero firme. La democracia está siendo atacada por los muros que impiden la alternancia, la amnistía que acaba con la separación de poderes y la autodeterminación separatista que pone fin a la igualdad entre españoles.

En la resistencia deben estar los Gobiernos autonómicos, ayuntamientos y diputaciones que no están en manos socialistas, junto a todas las asociaciones democráticas de la sociedad civil y los ciudadanos saliendo a la calle para protestar pacífica, pero firmemente. Como en Laodicea, los tibios deben ser apartados para que los que resistimos podamos vencer a quienes atentan contra la libertad y la democracia.

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