Candilazos

¿Y listas desbloqueadas pa’ cuándo?

¿Y listas desbloqueadas pa’ cuándo?
Segundo Sanz

El torrente de figuras de la sociedad civil, sin experiencia previa en la carrera política, que ha inundado las candidaturas de los todos los partidos para las comicios municipales, autonómicos, generales y europeos de este intenso año electoral abona la idea de que urge una reforma del modelo vigente para ir hacia otro de listas desbloqueadas.

Si afamados entrenadores de baloncesto, astronautas, empresarios de renombre, militares, periodistas, tertulianos, toreros, escritores, árbitros de fútbol y otras caras conocidas han emergido como nunca en las planchas de las distintas formaciones con representación parlamentaria (VOX ya tiene un senador) es porque el sistema de representación en esta partitocracia atraviesa su momento más crítico. Urge que los ciudadanos puedan votar a estos ‘fichajes’ de la calle y a sus políticos de confianza sin los corsés de las actuales papeletas cerradas. Dicho de otro modo, que no se vean obligados a votar con la nariz por una candidatura donde aparecen uno o varios nombres que no comparte por llevar a sus espaldas una mochila demasiado pesada o trayectoria truculenta.

El modelo al que suelen dirigirse las miradas en España es el alemán. Otra vez los germanos como ejemplo a seguir en política, salvo que te llames Pedro Sánchez y hayas plagiado tu tesis doctoral, porque en ese caso no dimites, a diferencia de lo que hicieron Karl-Theodor zu Guttenberg (2011) y Annette Schavan (2013), y pones al Estado a tu servicio para tapar uno de los mayores escándalos de los últimos años.

En el modelo alemán, pensado para reforzar la cercanía entre el ciudadano de a pie y el diputado, las papeletas se dividen en dos partes, de modo que puedan emitirse dos votos de forma independiente. En la casilla de la derecha o segundo voto (Zweitestimme) aparecen los partidos que concurren en cada Estado federado o länder y se presentan con una lista cerrada para cada uno. El votante se tiene que inclinar aquí sólo por unas siglas. Aquellas fuerzas que obtienen más del 5% de estos “segundos votos” —como se les conoce en la jerga política alemana— y el número de escaños (598) se reparte a escala nacional siguiendo la fórmula Sainte-Laguë, similar a la ley D’Hondt pero más beneficiosa para los partidos pequeños.

Y luego está, he aquí lo significativo, la casilla de la izquierda o primer voto (Erstestimme), donde se puede votar directamente a un candidato (con su nombre y apellidos) de la circunscripción electoral. Hay 299 distritos en Alemania y cada uno de ellos envía a un solo representante al Parlamento, esto es, aquel que consigue el mayor número de papeletas. Con todo, a los 599 asignados con el segundo voto se les restan los logrados de manera directa con el primer voto, de modo que la elección más decisiva sigue siendo la de las siglas del partido.

En España, es Ciudadanos el partido que más se ha acercado al modelo alemán, llevando un modelo similar de “doble voto” en su programa para las pasadas generales. También Podemos ha coqueteado con el proyecto de la plataforma +Democracia en esta línea. O Alfredo Pérez Rubalcaba cuando era secretario general del PSOE. O Esperanza Aguirre siendo presidenta de la Comunidad de Madrid.

El problema está en que el debate está enfangado por las discusiones sobre la proporcionalidad en el reparto de escaños y mientras esto, que afecta sobre todo a los nuevos partidos, no se resuelva, será imposible mejorar la conexión elector-representante. Hace falta voluntad política y perder el miedo.

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