Las guerras médicas que atiza Sánchez

Sánchez
Las guerras médicas que atiza Sánchez.
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Las guerras médicas que atiza Sánchez tienen distintos perfiles. Por un lado, está la casi sempiterna de Madrid engordada hasta el absoluto ridículo por los medios afectos a la sanchopatía, y por otro, la que ha organizado en Castilla y León a cuenta de una mentira: la de que el Gobierno de Mañueco pretende obligar a los médicos, ginecólogos y obstetras a que muestren los latidos cardiacos del feto a las embarazadas que pretendan abortar.

En el primero de los casos se trata mantener caliente una huelga que, por recoger un dato irrefutable, el lunes por la mañana, 16 de enero, sólo siguió el 38% de los profesionales convocados. Sánchez, en este caso, aspira a que la calle se le revuelva en Madrid a Ayuso y, en el segundo, ha ordenado que se utilice el aborto como arma arrojadiza contra sus queridísimos fascistas. Son un par de trampas del peor estilo, porque tratándose de Sánchez no pueden ser de otro jaez, que poseen casi la misma virtualidad que aquellas famosas navajitas sangrientas que él y su cuadrilla de desaprensivos se inventaron para que, hace año y medio Ayuso no lograra en la Comunidad el triunfo apoteósico que al final pudo obtener.

Y es que cuando se presume de que Sánchez es capaz de todo no se comete una demasía incomprobable. No es otra que la plasmación práctica de aquel aviso -más que aviso, una amenaza- de Sánchez cuando advirtió
al público en general que «voy a por todas». Era la chulería de un tipo sin escrúpulos que únicamente tiene acreditada una verdad en todo su curriculum: que cuando anuncia una fechoría la cumple a rajatabla. A él, en el primero de los asuntos reseñados, la indudadable crisis de la Sanidad, le trae por una higa; le interesa la que afecta a Madrid y, en segundo lugar, a Andalucía.

El punto clave de la carencia de médicos no es de la incumbencia -ya se sabe- de las regiones, sino del ministerio del ramo que es quien aprueba las titulaciones en los MIR y, más aún, quien se atribuye la potestad de abrir el abanico de plazas para toda España. Es tan conocida esta clave que da hasta bochorno tener que recordarla. Como vergüenza da constatar que la desbordada huelga médica que pregonan los paniaguados medios de la Moncloa es una absoluta falacia. El dato reseñado en un día tan señalado como es un lunes principio de semana, no es objeto de manipulación. Quien necesite comprobarlo que ejerza la prueba del nueve: que acuda a un par de centros de salud y constante que casi el total, por no decir el total, de los profesionales médicos permanecen en sus consultas.

Pero, en la coyunda con Sánchez, sirviendo a los intereses del felón, se halla un sindicato que no es estricta y solamente médico sino que acoge, según reza su denominación, a los titulados superiores que en Madrid quieren afiliarse a esta central y que es la niña de los ojos, el instrumento fetén de protesta de la llamada «médica madre», la anestesista Mónica García. Ella es una rabiosa partidaria del comunismo feroz que vive como una duquesa en un estupendo ático de la capital. O sea, gran coherencia la suya porque, según pregonan sus próximos, ella práctica la teoría de que la revolución la tienen que hacer los que no la necesitan. El sindicato en cuestión del que hablamos, Amyts, se encuentra ahora mismo y -expresen como lo expresen los medios de la plutocracia sanchista- en convulsión porque ya hay noticia de que muchos de sus afiliados, están hasta el mismo gorro de este parón sostenido que va para cuatro o cinco meses y que el sindicato no quiere resolver.

A Sánchez, claro está, el sindicato mencionado le importa un bledo, es probable que en su indigencia intelectual ni siquiera sepa de qué se
trata el vigente conflicto, pero le han soplado que vale para sus intereses de agitación contra la derecha y, más aún, para disfrazar sus grandes lacras, como por ejemplo la más escandalosa de las que estallan ahora: el hecho de que delincuentes sexuales condenados se estén beneficiado de la reducción de penas que está propiciando la ley Montero. Hay casos que ponen la carne de gallina, como la del padre que durante años abusó de una pobre niña, su hija, o del delincuente reiterado que ya está en la calle porque ha cumplido cuatro años de prisión provisional y está en disposición de seguir matando a quien le plazca después, eso sí, de haber sometido a sus víctimas a la peor de las humillaciones: la violación.

Este escándalo abyecto que en cualquier país decente llevaría a la dimisión de la ministra en cuestión y con certeza también del jefe del Gobierno que le ampara, está siendo ocultado miserablemente por los citados medios de la patología sanchista. ¡Oh casualidad! Abren sus primeras páginas o sus telediarios de cabecera con panorámicas apabullantes de la huelga de médicos que soporta, con ejemplar resignación, la capital de España. Hace solamente un año este paro reunía a más de 200.000 manifestantes, este pasado domingo, según acreditó este periódico, menos de 30.000, pero ¿qué importa la verdad? ¿Acaso el jefe de la mentira universal, el embustero Pedro Sánchez se detiene ante ella?

Pero de si manipulación hablamos, ¿qué opinan ustedes de la que han organizado los cuates de Sánchez a cuenta de la declaración del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo? Resulta que su partido, Vox, saca de vez en cuando a pasear el muy espinoso drama de los abortos para lograr apetencias electorales en una parte de la derecha, muy afectivamente preocupada por el derecho a la vida. Este vicepresidente confundió hace unos días una iniciativa plausible de su Gobierno, la reforma de algunas cuestiones sanitarias, para manifestar la supuesta obligación de los médicos de su región de mostrar a las embarazadas inclinadas al aborto los ruidos cardiacos de su feto. No ha importando que haya habido rectos y constantes desmentidos sobre el particular. Se ha dicho que no existe obligación sólo libertad para la paciente y también para el profesional sanitario. Pero ha dado igual, Sánchez ha amenazado a Mañueco hasta con un 155 si no rectifica algo que no puede cambiar porque da la casualidad de que no existe. Naturalmente que los medios de la asonada sanchista se han tirado a la carótida del PP y más concretamente de Mañueco.

¿Que es mentira la especie antedicha? Que más da, es otra guerra médica de Sánchez destinada a engañar al personal. Sería una bufonada si no fuera porque se trata de una hórrida y asquerosa estrategia marxista. Marxista: las contradicciones objetivas ¿recuerdan?.

Lo último en Opinión

Últimas noticias