El fraude de Maduro ahondará la pobreza de Venezuela
La oposición venezolana ha ganado las elecciones presidenciales de dicho país de manera clara y rotunda, al obtener un 70% de los votos, según las actas de las mesas antes de que el régimen chavista de Maduro las manipulase para otorgarse la victoria con un 51,2% de los votos, victoria tan falsa la de Maduro como cierta es la de la oposición y como real es la pobreza en la que el comunismo tiránico bolivariano -admirado y defendido por el siniestro Zapatero- tiene sumido al país centroamericano.
El legado económico de la tiranía bolivariana es desolador. La inflación es hiperinflación, con años en los que ha sobrepasado el 10.000% y que se mantiene actualmente en unos niveles de crecimiento interanual de alrededor del 100%, pero sobre un punto de partida acumulado que ha causado una completa pérdida de poder adquisitivo de las familias y empresas.
El régimen tiránico de Maduro sube, una y otra vez, el salario mínimo, con incrementos que llegan casi al 2.000%, que sólo consigue empobrecer todavía más a los venezolanos, porque espolea más a la hiperinflación descrita antes, pero que Maduro emplea como señuelo demagógico para tratar de comprar a los ciudadanos con unas migajas de pobreza que todavía los vuelven más pobres.
El PIB per cápita venezolano se encuentra en 3.968,92 dólares, cuando hace apenas diez años era el triple, con casi 13.000 dólares. Y ese PIB per cápita cae pese a que 7,2 millones de venezolanos han tenido que huir de su país en los últimos años al ser perseguidos por la tiranía que defiende Zapatero y que aplaude mucha parte de la izquierda, como Monedero o Errejón, entre otros. Por tanto, con la disminución del denominador de manera tan importante, si el cociente cae como en el caso del PIB per cápita quiere decir que el numerador, en este caso el PIB, ha caído todavía con más fuerza: así, el PIB ha perdido cerca del 85% de su valor en esos años, lo que sepulta la riqueza de los venezolanos hasta niveles de miseria.
La inversión extranjera se ha ido y no vuelve, debido a la inseguridad jurídica del país, fruto de expropiaciones y de leyes poco fiables, además de la corrupción del régimen, cuyos dirigentes se enriquecen -maletas de por medio en tránsito por Barajas- a costa del hambre y la vida de los venezolanos. En el índice de libertad económica ocupa el tercer lugar por la cola y en el índice de libertad humana es el quinto peor, cosa que deja todo muy claro
Es un país que tiene petróleo y muchos otros recursos, pero que la tiranía comunista ha arruinado y que se resiste a dejar el poder pese a haber perdido. En Hispanoamérica no se reconoce el resultado -salvo los comunistas cubanos-, pero Estados Unidos, la UE, los principales países europeos y, sobre todo, España, con el peso que tiene en Hispanoamérica, deben ser rotundos en su condena del fraude. No pueden reconocer la victoria de Maduro, porque es la victoria inventada de un sátrapa tiránico y tramposo, que lo mismo no deja pasar a la delegación del PP o a ex presidentes hispanoamericanos, que trata de perseguir al periodista de OKDIARIO Cake Minuesa, que detiene, veja, pega y deporta a una bellísima persona, muy valiente, como Víctor González Coello de Portugal.
El Gobierno español no puede ser equidistante entre la oposición de Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, vencedores de las elecciones de manera espectacular, y el tramposo tirano Maduro. Debe condenar sin medias tintas este fraude de Maduro o su actitud será repulsiva, a la altura de Zapatero, que desprestigia a España y ayuda a que los venezolanos se empobrezcan. Por eso, Sánchez debe condenar el fraude en Venezuela: o se está con la democracia o se está con Maduro, pero no ambas cosas.
Debe respetarse el resultado, dejar que la oposición acceda al Gobierno y aplique una reforma económica para sacar a Venezuela de la pobreza. Si no, Venezuela se convertirá, quizás para siempre, en un Estado fallido, donde la miseria se instalará de manera perpetua a lomos de la dictadura bolivariana.