¿Serán pacíficas las elecciones en Bolivia?

¡Qué sería de la izquierda sin «la amenaza fascista»! Tendrían que inventársela. Y en algunas ocasiones lo ha hecho. Bolivia es uno de esos países donde su izquierda local levanta las piedras para encontrar «fascistas». El presidente, Luis Arce, al anunciar que no se presentaba a la reelección, declaró que lo hacía para no dividir el voto «popular» y así impedir que «se haga realidad un proyecto de derecha fascistoide con el cual se pretende destruir el Estado Plurinacional».
En Bolivia el 17 de agosto se celebrarán elecciones presidenciales, a la Cámara de Diputados y al Senado. La elección de los senadores y diputados se realiza en vuelta única. Pero si ningún candidato a presidente supera el 50% de los votos válidamente emitidos o alcanza un 40% mínimo con una diferencia de un 10% frente a la segunda candidatura más votada, se realizará una segunda vuelta, que está programada para el 19 de octubre.
Por segunda vez desde 2002, Evo Morales no se presentará, aunque lo ha intentado. Ante el rechazo primero popular, en un referéndum, y luego judicial por parte del Tribunal Constitucional, a su alegado «derecho humano» a postularse a una relección indefinida (la Constitución nacional, aprobada por el propio Morales, sólo permite dos mandatos de cinco años), ha llamado a sus partidarios a emitir votos nulos.
Morales, que ha sido 14 años presidente (2006-2019), está procesado por trata de personas y estupro, y los tribunales le han prohibido salir del país. Tuvo que dimitir a finales de 2019 debido a las protestas por fraude en las elecciones presidenciales, y le sustituyó brevemente Jeanine Áñez, quien está encarcelada por una condena de diez años por los delitos de «incumplimiento de deberes» y «resoluciones contrarias a la Constitución». Las elecciones de 2020 las ganó Luis Arce, ministro de Economía de Morales durante doce años.
Sin embargo, la hegemonía de la izquierda indigenista y chavista en Bolivia puede romperse en estas elecciones. Morales y Arce están enfrentados por la razón más habitual entre los políticos de Hispanoamérica: la banda presidencial. Morales quería presentarse por quinta vez y Arce se oponía. Al final, éste ha tenido que aceptar el veto. Además, el Movimiento al Socialismo (MAS), fundado y presidido por él, le destituyó en 2024. Desde entonces, el veterano sindicalista anima a sus seguidores a realizar bloqueos de carreteras por todo el país, lo que afecta a la economía.
Hay 14 candidatos registrados para las presidenciales y, debido a la crisis en el MAS, no parece probable que ningún candidato cumpla los requisitos constitucionales para ser elegido en la primera vuelta. Las cinco elecciones presidenciales anteriores, celebradas desde 2005, se decidieron en la primera, todas a favor de candidatos del MAS (cuatro veces Morales y una Arce).
Las encuestas muestran como favoritos al millonario socialista Manuel Doria Medina, que se presenta por cuarta vez, y al conservador Jorge Quiroga, vinculado al general y presidente Hugo Bánzer y que, a su vez, desempeñó la jefatura del Estado entre 2001 y 2002. La segunda vuelta la disputarían ellos dos. Al candidato del MAS, el politólogo Andrónico Rodríguez Ledezma, presidente del Senado, se le atribuye en torno a un 7% de los votos. Incluso le superaría Manfred Reyes, de setenta años de edad, alcalde de Cochabamba, y que ya ha participado en varias presidenciales, la primera en 2000.
Estas elecciones pueden suponer un cambio de era no sólo por la exclusión del MAS de la presidencia y hasta de la segunda vuelta, sino también por el retorno al Gobierno de representantes de los partidos anteriores a su irrupción.
Los dos meses de espera entre ambas votaciones son demasiados largos y el vacío de poder, con un presidente interino, podrían ser la ocasión para que Morales recurriese a la agitación y el victimismo en los que tan bien se ha movido durante toda su carrera política.
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