¿Debe rectificar el PP su estrategia?

Partido Popular estrategia

En los últimos días, han ido apareciendo diferentes encuestas que manifiestan claramente un estancamiento en la intención de voto del Partido Popular. Ocurre todo ello precisamente en el momento de mayor alarma social provocada por la catarata de leyes que el Gobierno de Pedro Sánchez ha impulsado qué es lo que llevamos de legislatura. Estamos, por tanto, en un momento en el que el Partido Popular debería estar disparado en la intención de voto de los españoles. Leyes como la del sólo sí es sí, la ley trans, la derogación del delito de sedición, el asalto al poder judicial, el nombramiento de políticos para el Tribunal Constitucional, la nueva ley de la familia y sus consecuencias como la liberación de violadores, rebajas de penas y el sentimiento de desprotección de las mujeres deberían haber servido para darle la puntilla final a un gobierno que no debería levantar cabeza para lo que le queda de vida política.

Sin embargo, uno tiene la sensación de que el trilero de la Moncloa se está escapando vivo y con opciones de revalidar una coalición que de haber sido Frankenstein pasaría a ser literalmente monstruosa en caso de ganar porque los españoles nos enfrentaríamos a situaciones tan dramáticas como reales al ver la posibilidad de un referéndum respaldado por los tribunales en Cataluña, que se hiciera extensivo a otros territorios del país como País Vasco, Comunidad Valenciana, Galicia o Baleares, que el Tribunal Constitucional se convirtiera en un instrumento más de Pedro Sánchez para seguir en su proceso de revolución silenciosa desde las instituciones y que España acabara convertida en un estado plurinacional al más puro estilo de las repúblicas hispanoamericanas que auspicia el Foro de Sao Paulo.

Este fin de semana tuve ocasión de conversar con una mujer que no puede ocultar su carnet socialista y su trayectoria feminista desde los tiempos del franquismo. Me refiero a Blanca Estrella Ruiz, presidenta de la Asociación Clara Campoamor, y convertida en uno de los grandes azotes que violadores y abusadores sexuales han tenido en nuestro país. Pues bien, ella misma ha dicho en público que ahora mismo sería incapaz de hacerse una foto con Irene Montero o con su secretario general, Pedro Sánchez, porque reconoce sentir vergüenza de dos personas que han contribuido a poner en la calle a violadores.

Asegura también que las víctimas de todos estos depredadores sexuales, a quienes ella bien conoce, sienten miedo y temor a volver a encontrarse antes de tiempo en la calle a sus verdugos. Son decenas de delincuentes los que han visto reducidas sus penas y son otros tantos quienes se han visto excarcelados antes de tiempo. En definitiva, me reconocía Blanca Estrella Ruiz que las mujeres españolas están ahora más desprotegidas con Sánchez al frente del Gobierno.

Que todo eso esté pasando y que el PP no esté superando en las encuestas los 140 diputados es preocupante. Por mucho menos e incluso a través de mentiras, la izquierda se ha echado a la calle y ha sido capaz de dar la vuelta a la intención de voto de los españoles. Desde la campaña aquella por el perro Excalibur en los momentos del brote del ébola a la gran manifestación contra Ayuso de hace unas semanas por la situación de la sanidad madrileña obviando lo mal que están los sistemas sanitarios en aquellos lugares donde gobierna la izquierda, como en la Comunidad Valenciana, Baleares, Cataluña o Castilla-La Mancha.

La semana pasada, la ministra incitadora del odio, Irene Montero, atacó, descalificó e insultó al Partido Popular como la semana previa hiciera a Vox. La reacción del PP fue convocar una concentración en la que no estuvo el presidente Feijóo.

Sánchez es incompetente para generar prosperidad y bienestar a la ciudadanía, pero es muy competente a la hora de mentir y engañar a los españoles, de vender el paro como generación de empleo, de justificar la subida de precios como una mejora del poder adquisitivo de los funcionarios, de hacernos creer que la liberación de violadores es lo más feminista que existe y de convertir un golpe de estado secesionista en una simple algarada callejera.

Hay quienes en el Partido Popular pensaban que la victoria iba a ser resultado de la caída del PSOE como la de la fruta madura que se precipita por sí sola desde los árboles, pero visto lo visto, las próximas elecciones no se van a ganar solas ni por los errores del PSOE. O Núñez Feijóo se arremanga, se olvida de la oposición tranquila y empieza a mostrar colmillo a Sánchez o el efecto Feijóo podría disolverse como un azucarillo en las aguas residuales del Sanchismo.

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