Bankia: la rueda de molino de Pablo Iglesias

Bankia: la rueda de molino de Pablo Iglesias

Apenas han pasado 3 años desde aquel día en que Pablo Iglesias posaba, arremangado hasta los codos, delante de su ‘Tramabús’, en la Plaza de Castilla, frente a la sede que Bankia tiene en las torres Kio. Mucho más cerca nos queda el programa electoral con el que Podemos se presentó a las elecciones de noviembre pasado, en el que Iglesias pedía el relevo «con carácter inmediato» de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia para nombrar «una nueva presidencia que sí sea capaz de entender el rol que debe desempeñar la banca pública en la mejora del país». Antes de ser vicepresidente del Gobierno, el de Podemos exigía a Bankia «asegurar que tengan acceso al crédito los elementos más productivos y dinámicos de nuestro sistema —como son las autónomas y los autónomos, las pymes y las empresas de la economía social—, introducir parámetros de justicia en el mercado de las hipotecas y atender las funciones sociales de la banca que otras entidades descuidan, como cajeros en la España vaciada o inversiones en vivienda social». Pero ese era otro Pablo.

En tan pocos meses el nuevo Pablo Iglesias ha cambiado la coleta por un moño de maruja de desaliñada y se ha puesto pendientes. Se ha mudado del pisito de protección oficial a un casoplón en zona residencial y, lo más importante, ha blindado su nidito de amor con más de 50 miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado​que cuidan de sus sueños 24 horas al día, 7 días a la semana. Para que nadie le moleste cuando devora una serie tras otra. Y claro, este nuevo Pablo Iglesias ya nada tiene que ver con aquel otro que se “emocionaba” al ver a delincuentes encapuchados de extrema izquierda, como él, pateándole la cabeza a un Policía. Ni con el que importó de Argentina esos escraches que él mismo definió como «el jarabe democrático de los de abajo», y hoy le horrorizan.

Aquel Pablo Iglesias sin moño, escolta policial ni casoplón, luchaba por impedir la privatización de Bankia y apoyaba el manifiesto elaborado por la Plataforma por la Banca Pública, que reclamaba la “nacionalización definitiva y completa de Bankia” para “constituir un banco público de carácter estatal” “que sea un servicio público vinculado a las políticas económicas y sociales de las administraciones públicas”. Pero antes de nacionalizarla había que realizar una auditoría que determinase “qué deuda devolver y qué deuda se considera ilegítima y, por tanto, no se devolverá, forzando una quita de la deuda”. El parque de viviendas vacías en manos de la entidad nacionalizada, “pasará a engrosar un parque público de viviendas, que se alquilarán a precios asequibles”. Pero el nuevo Pablo Iglesias se traga esa rueda de molino y las que hagan falta, con tal de seguir cobrando el sueldo de vicepresidente del Gobierno de España.

Lo explicó él mismo en una charla celebrada en Zamora a principios de diciembre de 2012 en la que, analizando las condiciones de posibilidad de la política, dijo «la política en última instancia es acumular poder… hacer política supone cabalgar contradicciones…  ¿Cuál es uno de los aliados fundamentales del Sr. Hugo Chávez? Irán, que a su vez tiene una televisión que me ha contratado a mí, un Estado asesino de comunistas, en el que las mujeres tienen que llevar… ¡Claro, pero es que la política es así!”. Para conseguir más poder no se pueden tener escrúpulos, todo vale, ninguna rueda de molino es demasiado grande. Sin sonrojo ni vergüenza dice digo donde dijo Diego, porque “la gente” merece su esfuerzo. Bueno, la gente, el casoplón, el saldo de la cuenta de ahorro y la pensión vitalicia, que hay que explicároslo todo.

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