Guía antipatriarcado
“Lograr visibilizar a la mujer a través del lenguaje y contribuir a definirla con identidad propia”. Esos son los objetivos prioritarios de la guía contra el lenguaje sexista para la Sanidad valenciana confeccionada por la consejera Carmen Montón, de cuya africanizada jerga igualitarista también se desprende que trabaja con ahínco por las nuevas conquistas sociales de la vaca angoleña Watusi oprimida por el patriarcado trashumante: “De ahora en adelante las embarazadas pasan a llamarse «personas preñadas». Ovación para Montón, cuya neolengua visibilizadora de la mujer veta la palabra…mujer. La dama honrada con la pata quebrada y en casa. ¿Es posible luchar por la dignidad femenina sustituyendo el Monte de Venus y el maravilloso aparataje clitoriano por el arco pelviano de una vaca?
“Personas preñadas” y no “mujeres embarazadas” para evitar la ofensa de los transexuales regalándoles el milagro reproductivo. El remake progre del Espíritu Santo protagonizado por iluminados laicos que consideran a los trans tan imbéciles como para venderles test de ovulación y garantías de concepción. El primer síntoma de maltrato es considerar a alguien minusválido y tratarlo como tal. Por ello es seguro que si el colectivo LGTBI estuviera tan interesado en la libertad como en el asistencialismo y los privilegios públicos denunciaría las prácticas transfóbicas de la izquierda de Montón que le presupone estupidez supina, la asunción del timo biológico e invalidez intelectual. Es transfobia el insulto ético de los gobernantes a estas minorías para obtener mordidas de dinero público. Es transfobia la idiotización de esa parte del pueblo. Y es proxenetismo político la mercantilización de las prácticas y tendencias sexuales de los demás.
Para la socialista valenciana el problemita igualitario radica en que, hasta la fecha, todo ha sido pensado y decidido por hombres. Todo es producto de lo que vulgarmente entendemos como “pensar con la picha”. Las mujeres están en peligro de extinción. Como el armadillo carreta, el perrito llanero mexicano o el mono choro de cola amarilla. Aunque haya mil ejemplos de féminas dirigentes brillantes a nivel mundial. Otras, sin embargo, no lo son. Y se dejan meter dócilmente en listas cremallera y leyes de paridad. De decantarse por el barón adecuado incluso alguna llega a ser la máxima representante de la Sanidad contraviniendo todos los criterios de idoneidad intelectual. Para Montón todo es patriarcal: el leviatán capitalista, el embarazo, un ginecólogo hombre que en la guía pasa a llamarse “consulta ginecológica» y un bebé con colita que, ante el potencial peligro de convertirse en Donald Trump, pasa a llamarse “criatura”. Ni una se le pasa a la Lorena Bobbitt de la sintaxis heterosexual.
Y tratándose de capar la guía inclusiva de Montón capa hasta la RAE. Así el “alta voluntaria del paciente” pasa a ser “alta voluntaria a petición propia” con tal compensar la inexistencia de “pacienta” y neutralizar la amenaza masculinizante. Bajo el mismo patrón de la guía sanitaria, quizá los socialistas implementen sus propia Leyes de Violencia de Género sustituyendo el lenguaje tramposo y que obvia las palabras que ya existen en la riquísima lengua española: adjetivos como “maltratada” o “agresor», que en dicha ley jamás hallan sus homólogos inclusivos en “maltratado” y “agresora”. Las mujeres podemos escapar de un machista que piensa con las gónadas, pero difícilmente podemos elegir hacerlo de una gobernante que piensa con la vagina y maneja dinero público por equiparar mi dignidad con la de una res de Botswana.