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Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie de la Tierra, son esenciales para la vida y regulan el clima del planeta. Sin embargo, están mostrando señales preocupantes: el calentamiento global está afectando directamente su equilibrio químico y biológico.
Cada vez hay menos oxígeno disuelto en sus aguas. Esto amenaza a la fauna marina y crea condiciones ideales para que ciertos microorganismos conviertan el mercurio presente en metilmercurio, un compuesto extremadamente tóxico.
Este compuesto puede atravesar toda la cadena alimentaria y llegar finalmente a los seres humanos a través del consumo de pescado y mariscos. Un estudio ha profundizado en este fenómeno utilizando una metodología poco convencional: el análisis de ADN antiguo presente en sedimentos oceánicos.
Gracias a esta investigación, los científicos han podido confirmar que el aumento de la temperatura por sí sólo puede activar procesos biológicos que incrementan la presencia de mercurio tóxico.
El ADN del mar Negro revela cómo el cambio climático acelera la contaminación por mercurio
El descubrimiento más destacado proviene de investigadores de la Universidad de Umea en Suecia, quienes centraron su atención en el mar Negro, una de las cuencas marinas más estratificadas del mundo y un laboratorio natural ideal para observar cómo funcionan los ecosistemas marinos en condiciones de bajo oxígeno.
Según informa Earth.com, los científicos analizaron el gen hgcA, conocido por estar vinculado a la metilación del mercurio. El análisis del ADN antiguo de sedimentos reveló que entre 9.000 y 5.500 años atrás, durante un período cálido y húmedo, los niveles de oxígeno descendieron de manera considerable y los microorganismos responsables de producir metilmercurio aumentaron su actividad.
Lo relevante es que este fenómeno ocurrió mucho antes de la industrialización, lo que demuestra que incluso el cambio climático natural puede desencadenar la producción de esta neurotoxina.
Metilmercurio en la cadena alimentaria: una amenaza para los ecosistemas y la salud humana
El metilmercurio se acumula en los organismos marinos a lo largo de la cadena alimentaria mediante un proceso llamado biomagnificación. Primero lo absorbe el plancton, después lo ingieren los peces pequeños y finalmente los grandes depredadores, como el atún y el pez espada, concentran dosis mucho mayores.
De este modo, el veneno llega al ser humano a través del consumo de pescado, con consecuencias potencialmente graves para la salud.
Los científicos alertan que la expansión de las zonas de mínimo oxígeno en lugares como el Pacífico tropical, el Báltico o el mar Arábigo podría reproducir este patrón a nivel global, intensificando el riesgo de contaminación por metilmercurio en muchas regiones.
Estrategias para reducir el mercurio en los océanos y recuperar el oxígeno marino
Los expertos recomiendan una estrategia doble: reducir las emisiones industriales de mercurio, limitando la materia prima que alimenta la metilación, y mejorar la circulación del agua, evitando la formación de capas estancadas sin oxígeno.
El estudio concluye que combinar los registros genéticos antiguos con sistemas modernos de monitoreo oceánico permite anticipar la reacción de los ecosistemas ante el calentamiento.
Cuando el océano pierde oxígeno, se activa la maquinaria natural que transforma el mercurio en una toxina peligrosa, afectando tanto a la fauna marina como a las personas.