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Se calcula que en el planeta hay entre 50.000 y 428.000 millones de aves. Cada una con su peculiaridad, su hábitat y su estrategia de supervivencia. Algunas pueden cruzar continentes, otras no salen jamás de su territorio. Pero hay especies tan esquivas que, cuando dejan de dar señales, la ciencia tiende a darlas por extintas.
La extinción, en muchos casos, parece inevitable. El fuego, la deforestación, los depredadores invasores o el impacto humano arrasan los hábitats. Sin embargo, a veces la naturaleza sorprende. En pleno desierto australiano, una especie que no se veía desde hace un siglo ha sido redescubierta en una zona protegida.
El ave que todos creían extinta y que ha vuelto a aparecer
Según el estudio Potential threats and habitat of the night parrot on the Ngururrpa Indigenous Protected Area, liderado por un equipo mixto de rangers indígenas y científicos, se han detectado al menos 50 ejemplares del misterioso Pezoporus occidentalis, conocido como «loro nocturno».
Es un ave de tamaño mediano (apenas 23 centímetros), con plumaje verde amarillento y negro. Vive pegada al suelo y se desplaza de noche, escondida entre matojos de spinifex, una hierba espinosa típica del desierto. Es tan discreta que durante más de 100 años no se tuvo una sola prueba fiable de su existencia.
Su plumaje combina tonos verde amarillento con motas negras en la parte superior, mientras que el pecho y el vientre son de un amarillo más uniforme. Este camuflaje le permite pasar desapercibido entre los matorrales secos del desierto.
El loro nocturno se alimenta principalmente de semillas, sobre todo de gramíneas que encuentra en los alrededores de los matorrales de spinifex. También aprovecha ciertas plantas de hojas carnosas y, en épocas de escasez, busca alimento cerca de zonas húmedas o recientes quemas.
Entre 2020 y 2023, los rangers desplegaron grabadoras acústicas resistentes al clima en 31 ubicaciones remotas. El loro nocturno tiene llamadas muy características, por lo que su identificación por sonido ha sido posible.
Cuando se confirmaron los registros sonoros, se instalaron cámaras trampa para observar qué animales frecuentaban los mismos parajes.
Cómo sobrevive esta ave en un desierto lleno de amenazas
El hábitat donde se han localizado los loros coincide con zonas de spinifex viejo y compacto, que tarda más de una década en crecer lo suficiente para ofrecer refugio. El problema, según advierte el estudio, es que los incendios recurrentes (cada 6 a 10 años) impiden que esta vegetación madure. En diciembre de 2023, un solo incendio arrasó el 76 % del núcleo de su hábitat conocido.
Por otro lado, los investigadores han observado que los depredadores naturales también influyen en su supervivencia. Aunque podría parecer una amenaza, la presencia de dingos (perros salvajes australianos) ha resultado beneficiosa: mantienen a raya a los gatos asilvestrados, responsables de cazar crías y aves jóvenes. El análisis de excrementos ha confirmado que los dingos se alimentan frecuentemente de gatos, lo que reduce la presión sobre el loro nocturno.
Asimismo, los camellos salvajes (introducidos en el siglo XIX) han sido identificados como una amenaza indirecta. Compiten por las fuentes de agua y alteran el terreno donde se alimentan estas aves.
El loro nocturno sigue en peligro crítico. Pero la comunidad de Ngururrpa, junto con científicos y conservacionistas, ha logrado algo que parecía imposible, demostrar que aún queda esperanza.