Agricultura

Los agricultores ponen el grito en cielo por el precio de los cítricos y están arrancando sus naranjos con excavadoras

Naranjo, agricultores
Recreación de un naranjo arrancado en una finca citrícola.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

Los agricultores españoles están tomando una decisión que parece drástica, pero que lamentablemente es la más viable: arrancar los naranjos y dejar de trabajar por la bajada en los precios.

Las causas son varias, pero la principal es la entrada constante de naranjas procedentes de terceros países, que ha llevado los precios a niveles imposibles para el productor nacional.

Los agricultores españoles arrancan naranjos por el bajo precio de los cítricos

Agricultores de zonas tradicionalmente citrícolas, como Córdoba o Valencia, han optado por arrancar árboles que llevaban décadas produciendo. Mantener una explotación ya no compensa cuando el precio que se paga por la naranja apenas alcanza para mantenerla.

Un vídeo compartido en TikTok es el claro ejemplo de esta crisis. En él se ve cómo una excavadora arranca un naranjo mientras se escucha a un agricultor decir: «Estamos en Córdoba arrancando naranjos porque se merecen más estar en Sudáfrica, Egipto y Marruecos que los que hay aquí. Allí pagan mejores sueldos que en España también». El mensaje continúa con un «Gracias a todos nuestros políticos, a los de España y a los de la UE. Gracias por arruinarnos».

El vídeo fue compartido por el diputado nacional de Vox, José Ramírez del Río, que denuncia que la importación de naranjas desde Sudáfrica, Egipto y Brasil ha hundido el precio de los cítricos en España. Tras cuatro años cobrando por debajo de coste, muchos agricultores han decidido dejar de producir antes que seguir endeudándose.

Cuántos cítricos se importan en España y cómo afectan a los agricultores

Los datos reflejan el malestar del campo. Según datos oficiales de DataComex, dependiente del Ministerio de Economía, entre enero y octubre España importó más de 65.400 toneladas de naranjas y mandarinas procedentes de Sudáfrica, un 41,98 % más que el año anterior. Este aumento coincide con la entrada en vigor del arancel cero a la naranja sudafricana aprobado por la Unión Europea.

Las importaciones desde Marruecos también se han disparado. En apenas un año, los envíos han pasado de más de 7.300 toneladas a superar las 27.300, casi cuatro veces más. En el caso de Egipto, el volumen ha bajado, aunque el país ha reforzado su posición como gran proveedor de zumo y mantiene una fuerte presencia en el mercado europeo.

La entrada de fruta extranjera sigue creciendo mientras la producción nacional cae. Para la campaña 2025/2026 se estima una cosecha de unos 5,44 millones de toneladas, la más baja de los últimos 16 años. Aun así, la menor oferta española no ha servido para que suban los precios, que continúan presionados a la baja por la llegada constante de naranjas del exterior.

Por qué las naranjas importadas son más baratas que las españolas

La diferencia de precio es considerable. Mientras producir un kilo de naranjas en España puede costar en torno a 0,25–0,30 euros, en países como Egipto o Sudáfrica la fruta llega al mercado europeo por menos de 0,15 euros el kilo, y eso ocurre por varias razones.

Primero, en países como Egipto o Sudáfrica los costes laborales son mucho más bajos y la normativa fitosanitaria es menos exigente. Allí se permite el uso de productos prohibidos en la Unión Europea y los controles resultan menos costosos para el productor.

A esto se suman los acuerdos comerciales que permiten la entrada con arancel cero y la ventaja de monedas devaluadas frente al euro. El resultado es una naranja que llega a los mercados europeos a precios con los que el agricultor español no puede competir.

En España, producir un kilo de naranjas implica cumplir normas laborales estrictas, asumir altos costes de energía y agua, y mantener estándares de calidad elevados. Con precios en origen por debajo de esos costes, muchos productores ya no ven una solución.

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