El examen para ser Mosso: «Cataluña ya era un Estado independiente y soberano en el siglo IX»

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Portada de la guía editada por la Conselleria de Interior para preparar el examen de acceso a los Mossos d'Esquadra.

El adoctrinamiento no sólo se produce en las escuelas. Durante años, los gobiernos del PDeCAT y ERC han procurado que los puestos clave en la Administración pública catalana, en sectores estratégicos como la educación y la seguridad, sean ocupados por funcionarios que simpatizan con el independentismo.

El manual editado por la Conselleria de Interior para las pruebas de acceso al cuerpo de los Mossos d’Esquadra recoge todos los tópicos del nacionalismo catalán. En sus 250 páginas, la palabra España apenas aparece escrita una decena de veces: se sustituye sistemáticamente por «el Estado» o «la Península». Como en el libro de estilo de TV3.

La monarquía española es la «monarquía hispánica» y el Reino de Aragón jamás existió: se sustituye por «la Confederación catalano-aragonesa». De este modo, el Reino de Aragón se presenta como un simple apéndice de uno de sus territorios, el Condado de Barcelona.

Según este manual editado por la Generalitat el pasado mes de mayo, Cataluña ya era un Estado soberano en el siglo IX. La guía lo explica así: «El nacimiento de Cataluña se sitúa entre los siglo IX y X. El antecedente político inmediato a su formación fue la creación de la Marca Hispánica que impulsó Carlomagno. Estos territorios, divididos en condados, habían de ser la frontera entre su reino y los dominios sarracenos que habían sido vencidos años antes por el caudillo franco Carles Martell en la batalla de Poitiers (732 d.C.)».

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Portada de la «Guía de estudio para el acceso a la categoría de mosso/a del cuerpo de Mossos d’Esquadra» editada por la Generalitat en mayo de 2017.

Pero el «nacimiento de la Cataluña soberana» se produce en el año 988, cuando el conde de Barcelona Borrell II se desvincula del reino franco. La guía de los Mossos d’Esquadra añade que «los siglos XI y XII significan la consolidación definitiva de Cataluña como una unidad política de Estado feudal, independiente y aglutinada por la Casa de Barcelona».

Esta nación catalana «soberana e independiente» ampliaría sustancialmente sus fronteras en 1137, cuando el conde Ramón Berenguer IV se casa con Petronila de Aragón (el libro la llama «Peronella») formando así la «Confederación Catalanoaragonesa, una unión dinástica más que una fusión entre Aragón y Cataluña, en la que cada territorio conserva sus instituciones, leyes y tradiciones, y sólo comparten el monarca, que se convierte en conde-rey».

Y este mismo «Estado catalán soberano» (que no el reino de Aragón) es el que llevó a cabo a lo largo del siglo XIII la conquista de Mallorca, Menorca, Eivissa, Valencia, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y los ducados griegos de Atenas y Neopàtria. Nadie debería sorprenderse, porque esta versión de la historia, tergiversada de acuerdo con los intereses de los independentistas, es la que se enseña a los niños en las escuelas de Cataluña desde hace más de tres décadas.

La alegría duró poco: en 1412, tras la muerte del «último rey de la casa de Barcelona», Martín el Humano, en el Compromiso de Calpe es elegido rey de la Corona de Aragón Ferran d’Antequera, «de familia castellana. Su nieto, Ferran II [es decir, Fernando el Católico] se casaría luego con la reina Isabel de Castilla. La unión dinástica con Castilla propició que, a la larga, la Corona de Aragón perdiese incluso su propia monarquía. Algo que constituye un síntoma de la debilidad económica y política en la que había entrado Cataluña en este período», dice literalmente el libro.

Adiós a la Arcadia feliz medieval

La guía sitúa «la pérdida de las libertades colectivas de Cataluña» en la derrota militar del 11 de septiembre de 1714 cuando las tropas borbónicas de Felipe V entran en Barcelona, cuyas autoridades habían tomado partido por el Archiduque Carlos. Este episodio de la Guerra de Secesión es el que los independentistas conmemoran cada año en su Diada del 11-S.

En el apartado referido al ámbito lingüístico, la publicación explica que «para el pueblo, el castellano era una lengua desconocida en el siglo XV (…) A lo largo de los siglos XVIII y XIX irán apareciendo nuevos decretos y medidas  para prohibir el catalán en la escuela, en los tribunales civiles y eclesiásticos, en el teatro, los libros de contabilidad… Pero la mayor parte de la población era analfabeta y no entendía ninguna otra lengua que no fuera la catalana».

El manual de los Mossos apenas oculta una paradoja del ideario nacionalista catalán. En su particular mitología, presenta como una Arcadia feliz la Cataluña medieval soberana, que estuvo llena de atrocidades: la peste negra redujo la población de Cataluña en un tercio, la presencia turca en el Mediterráneo saboteó la expansión de su flota comercial (lo que llevó a la Corona de Castilla a buscar nuevas rutas con el Descubrimiento de América) y el descontento social provocó «progroms y asaltos a las calles de los judíos» en Barcelona.

En cambio, con la etapa de «opresión borbónica» que comenzó en 1714, se inicia el período de mayor prosperidad para Cataluña: el nacimiento de las primera industria textil (con el algodón procedente de las colonias americanas), la introducción de nuevos cultivos y el crecimiento del comercio. En apenas 60 años, la población de Cataluña se duplica hasta alcanzar las 900.000 personas.

Todos querían destruir Cataluña

Ya en las páginas correspondientes al siglo XX, el manual que deben aprender los Mossos incurre en los mismos tópicos del independentismo. La dictadura de Primo de Rivera  «se caracterizó por la represión contra cualquier signo de catalanaidad». El presidente del Gobierno de la II República Alejandro Lorreux era un político «demagogo, anticlerical y anticatalanista». La CEDA de José María Gil-Robles era «un partido de derechas profundamente anticatalanista».

La revolución de Asturias de 1934 (promovida por el PSOE y la UGT contra el Gobierno legítimo de la II República) fue un alzamiento «contra el fascismo». Y por supuesto, el dictador Francisco Franco se dedicó a «la persecución de la lengua catalana, que fue prohibida». Todos estaban obsesionados con destruir a Cataluña.  Esta es la versión de la historia que los aspirantes a Mossos d’Esquadra deben aprender y repetir, según el texto oficial editado este año por la Conselleria de Interior de la Generalitat.

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