Marine Le Pen y el Frente Nacional aspiran a hacer historia en Francia
Cuando en 2011 Marine Le Pen tomó las riendas del Frente Nacional seguramente que no imaginaba que un día podría estar tan cerca de ser la primera presidenta de Francia. Aunque durante el último año ha estado acariciando el Elíseo con la punta de los dedos, con todas las encuestas a su favor, finalmente quedó segunda en la primera vuelta y los sondeos auguran que repetirá puesto este domingo.
Sin embargo, la eurodiputada aún aspira a dar la campanada, seguramente alentada por las malas predicciones que hicieron las encuestas del referéndum sobre el Brexit y las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Pero en Francia, los sondeos clavaron prácticamente el histórico resultado de la primera vuelta del 23 de abril.
La mejor baza que tiene Le Pen es la abstención. Es algo que sabe bien su rival de este domingo, Emmanuel Macron, pero también la gran mayoría de los candidatos de la primera vuelta, quienes salieron en tromba a apoyarle de cara al segundo asalto. Desde el Partido Socialista, con el presidente François Hollande a la cabeza, y también desde Los Republicanos, se ha apelado a evitar que la ultraderecha llegue al Elíseo y sobre todo a que los ciudadanos no se queden en casa.
La reedición del ‘frente republicano’, que ya privó a su padre y fundador del Frente Nacional Jean-Marie Le Pen de una victoria tras su sorpredente paso a segunda vuelta en las presidenciales de 2002, no ha hecho amedrentarse a la candidata en estas dos semanas, durante las que ha aprovechado para presentarse como la «candidata del pueblo».
Asimismo, tanto ella como los dirigentes de su partid se han esforzado en hacer ver que Macron no es sino la continuación de Hollande, puesto que fue su ministro, y por tanto su elección no supondría una ruptura con el establishment, y en recordar su paso por el banco Rothschield para hacer ver que es el candidato del mundo de las finanzas.
Electorado descontento
El Frente Nacional apela así a una parte del electorado descontenta con los partidos tradicionales –que por primera vez han quedado fuera de la segunda vuelta desde 1958– que se ha visto atraída en los últimos años por sus propuestas pero también por las del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, quien quedó cuarto en primera vuelta.
Aunque éste no ha dado consigna de voto, sí ha dicho que hay que evitar que Le Pen gane, pero los militantes de Francia Insumisa se han mostrado más partidarios de abstenerse o votar en blanco que de hacerlo por Macron. Un sentir que comparten otros franceses que votaron por el resto de candidatos en primera vuelta y que ven en esta elección que les obligan a elegir entre «la peste y el cólera».
Así pues, no es descartable una elevada abstención que perjudicaría a Macron, con unos potenciales electores mucho menos entregados a su causa que los de Le Pen, que cuenta con votantes a los que no les da miedo declarar por quién vota y mucho más comprometidos con depositar su papeleta.
Pero si los sondeos no se equivocan, Macron ganará el domingo con alrededor del 60 por ciento de los votos, dejando a Le Pen en torno al 40 por ciento, un resultado que seguirá siendo histórico en cualquier caso y que batirá el récord que supusieron los más de 7,6 millones de votos que recibió en la primera vuelta.
Así pues, aunque pierda, Le Pen podrá seguir sintiéndose orgullosa de lo que ha conseguido al frente del partido, al que llevó a ser la principal fuerza en las elecciones europeas de 2014 y mantuvo en la cima en las siguientes citas con las urnas.
Al margen de las presidenciales, sobre todo si gana, la gran prueba de fuego vendrá en junio con las legislativas. El sistema electoral a doble vuelta ha venido perjudicando históricamente al partido, que en los pocos casos en que consigue colar a su candidato para la segunda ronda se topa con el ‘frente republicano’ que le hace perder.
El Frente Nacional solo tiene actualmente dos diputados, pero todo apunta a que en junio podría obtener una mayor representación, aunque está por ver si superando su récord de 35 escaños de 1986. Entonces, se votó a una sola vuelta.
El debate y la cuenta en las Bahamas
En una campaña electoral no exenta de polémicas, como en escándalo de los empleos ficticios de la mujer de François Fillon o el constante rumor de una relación homosexual de Macron, Le Pen trató en el único cara a cara con su rival de este miércoles de sembrar las dudas sobre su honestidad, deslizando que podría tener una cuenta bancaria en Bahamas.
El líder de ¡En Marcha! y su partido se apresuraron en desmentir la información, e incluso Macron presentó una denuncia por «falsedad y uso de falsedad» y por «propagación de una noticia falsa destinada a tener una influencia en el escrutinio».
La Fiscalía está investigando ahora si se hizo circular noticias falsas con el objetivo de influir en las elecciones, ya que antes de que Le Pen hiciera su afirmación, había circulado en redes sociales mensajes con información sobre una supuesta evasión fiscal del candidato.
Intencionada o no la insinuación –al día siguiente reconoció que no tiene pruebas–, lo cierto es que el bronco debate que ambos protagonizaron ha pasado factura a Le Pen, según los últimos sondeos publicados este viernes, en los que Macron gana uno o dos puntos con respecto a días anteriores.
Desdemonización del Frante Nacional
Le Pen ha sustentado su ascenso en la última década, primero como eurodiputada desde 2004 y luego ya como líder del partido desde 2011, en su alejamiento de su controvertido padre, con el que mantiene una tensa relación desde que le expulsó de la formación en 2015, y en la desdemonización del Frente Nacional.
Bajo su batuta, el partido ha pasado a presentarse como un defensor de la clase trabajadora y ha experimentado un cierto giro a la izquierda, sobre todo en materia económica, como lo demuestra su defensa de la vuelta del franco, uno de los puntos de su programa que se recordado esta semana.
Le Pen ha prometido que los franceses tendrán de nuevo francos en los bolsillos en un plazo de dos años si gana este domingo y no ha dudado en califica el euro de «peso muerto» para la economía francesa. En cuanto al euro, propuso que fuera sustituido por una cesta de monedas nacionales similar al ecu que conviviría con las monedas de cada país.
Además, para convencer a los franceses de que su opción es la mejor para Francia –con lemas y argumentos que en ocasiones recuerdan a los empleados por Trump en Estados Unidos y su leitmotiv de ‘Hacer a América grande de nuevo’–, la líder del Frente Nacional defiende una renegociación de la relación con la UE, tras lo cual se celebraría un referéndum sobre la continuación y en la que defendería el temido ‘Frexit’ si el acuerdo alcanzado no le parece satisfactorio.