Eran un trampantojo habitual en la posguerra de España, y tú te los has comido cientos de veces sin saberlo
La época de la posguerra se recuerda como unos años de escasez y penumbra que apenas podía sostener a la sociedad española. En esos momentos conseguir básicos de la cesta era más un desafío que otra cosa, y por eso se hacía lo que se podía.
El ingenio era lo que salvaba a muchos, abriendo paso a platos fuera de lo común. Por ejemplo, los boquerones sin boquerones, el café sin café, un chocolate sin cacao y también unos calamares sin calamar, como es este caso, que si bien suena a cuento, está más presente en nuestros días de lo que pensamos, pues es un plato que sí o sí has comido.
Este es el invento de la posguerra que seguimos comiendo sin darnos cuenta
Los calamares de campo que se comían en la posguerra son los típicos aros de cebolla que se encuentran en bares, en el Foster Hollywood, en Burger King o en cualquier americano que ofrezca una opción de acompañante diferente a las patatas fritas.
A muchos les sorprende descubrir que esos aros dorados que han tomado tantas veces no nacieron en medio de un antojo por algo diferente con la cebolla, sino que en la posguerra ya servían muy bien para llenar el estómago con algo caliente, barato y muy fácil de cocinar.
Para prepararlos sólo hay que cortar cebolla en aros, rebozarlos y freírlos. Nada más. Al final, tienen la forma de un calamar, crujen como un calamar a la romana y, con un poco de sal, resultan sabrosos.
Cuando la carne y el pescado estaban fuera del alcance de la mayoría, la cebolla era un recurso que salvaba. Crecía en huertas, estaba disponible y eso era lo único que hacía falta.
Con el tiempo la receta se quedó y hoy aparece como tapa en muchos bares, aunque ya nadie piense en su origen. El nombre «calamares de campo» se sigue utilizando en la actualidad en Andalucía, especialmente en provincias como Sevilla y Huelva, y es un término bien conocido en la región.
La receta de posguerra de los calamares de campo
La receta de los calamares de campo, o aros de cebolla, no tiene ningún misterio, pero hay que saber cómo hacerlos y freírlos para que queden con ese toque crujiente y no blandos ni sosos.
Ingredientes:
- 1 cebolla grande.
- Harina de trigo.
- Sal.
- Aceite de oliva virgen extra.
Proceso:
- Pela y corta la cebolla en rodajas de grosor medio; separa los aros con cuidado.
- Si quieres que queden más suaves, déjalos un rato en agua con sal; si no, sécalos bien.
- Pásalos por harina y sacude lo que sobre.
- Calienta el aceite en una sartén amplia y fríe los aros en tandas pequeñas.
- Sácalos cuando estén dorados y déjalos sobre papel; añade sal mientras siguen calientes.
Trucos para que los aros de cebolla queden perfectos
Para un crujiente realmente bueno, conviene un rebozado en dos pasos:
- Harina, huevo, pan rallado (con panko quedan aún más crujientes).
- O una masa ligera fría con harina, agua con gas o cerveza, sal y un toque de pimentón.
Controla el aceite: alrededor de 180–190 °C. Si está flojo, los aros chupan aceite, y si está demasiado fuerte, la capa exterior se quema antes de que la cebolla se haga.
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