Alimentos

En la posguerra española muchos sobrevivieron gracias a ellos: hoy salimos corriendo si los vemos en casa

Guiso, comida, alimentos
Recreación de un guiso.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En la posguerra española había un problema en común que marcaba a toda la sociedad: el hambre. Desde 1939 hasta finales de los años 50, los alimentos básicos como la harina, los huevos, la carne o la leche no estaban al alcance de cualquiera, eso era más bien un lujo.

Por esa razón, la cocina se basaba en la teoría del aprovechamiento. Cualquier cosa que se pudiera comer, se comía. Sin distinción. En eso se incluyen unos animales que, si bien en ese día resolvían, en la actualidad los españoles se asustan al verlos y lo menos que quieren es guisarlo.

Los animales que se comían en la posguerra para sobrevivir

En el libro El pan negro. Hacer memoria, Julián López García y Lorenzo Mariano Juárez recogen varios testimonios sobre lo que la gente llegó a comer para no morirse de hambre. Lagartos, culebras, ratas, erizos, aves de río… En Extremadura, por ejemplo, era común encontrarse con un lagarto, y si se podía cazar, se cenaba.

«La carne del lagarto y la culebra está buena, la verdad», cuenta uno de los testimonios en el libro. En el campo, y también en zonas rurales de Andalucía o la Comunidad Valenciana, estos animales se convirtieron en una fuente de alimento más. Eran accesibles, no hacía falta pagar nada, y estaban al alcance de cualquiera.

Para cocinarla, se podía guisar acompañada de algo que le diera un poco de sabor, y listo. No hacía falta mucho. Algunas personas consideran que la carne de reptil tiene un punto parecido al pollo, pero es más fibrosa y con un sabor algo más fuerte. El peligro está más en que puede transmitir bacterias como la salmonela o parásitos peligrosos.

Qué países sirven hoy lo que en la posguerra española se comía por necesidad

Aunque comer lagarto o serpiente en España es algo prácticamente imposible de imaginar, en otras partes del mundo son platos que se pueden ver en una carta sin problema. En países del sudeste asiático como Vietnam, Camboya o Tailandia se venden en mercados y se cocinan en brochetas, sopas o guisos.

En Indonesia, por ejemplo, las cobras se venden vivas y su sangre se bebe directamente, como si fuera un reconstituyente. Se cree que ayuda con la virilidad o la fuerza. También se utilizan sus grasas o huesos para preparar remedios caseros contra problemas de la piel o el acné.

En América también hay ejemplos. En Florida, la iguana verde es una especie invasora, y su caza está permitida. De hecho, hay quienes la consideran una alternativa barata y rica en proteínas. En varias zonas de África y Oceanía, la carne de reptil se consume con normalidad, como aquí se hace con el pollo o el conejo.

En España, ver una culebra en casa es motivo de alarma. Nadie diría que, si se le añade cebolla y pimientos, puede quedar rica acompañada de patatas. Pero pocos recuerdan que, en un tiempo no tan lejano, se comía con normalidad. Al final, en la posguerra no se podía ser escrupuloso, tocaba adaptarse a la situación para sobrevivir.

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